miércoles, 14 de diciembre de 2005

tiempo de reflexión


Últimamente mi vida ha sufrido cambios importantes: he cambiado de lugar de residencia y de trabajo, amistades/relaciones que creía consolidadas han desaparecido, proyectos que tenía no han funcionado…Y en todo este proceso de cambios he tomado alguna decisión que, ahora, considero equivocada. Es por eso que necesito un tiempo para aclarar mis ideas. Para replantearme algunas cosas. Aprovecharé estos días que quedan del año para reflexionar y rectificar en lo posible los errores que haya podido cometer.

Espero regresar como un regalo de reyes el año que viene.
Hasta entonces besos y abrazos a tod@s.

sábado, 10 de diciembre de 2005

Dejo en tu piel - Teodoro R. Frejtman

Dejo en tu piel
la música caliente de mis manos
y enhebro con tus cabellos mi boca,
temblando.
De amor, de risa, de miedo, de llanto
quizá porque eres mía
en agosto, y en verano
cuando nacen gorriones tibios,
cuando brotan tulipanes blancos
cuando vuelven por la noche las estrellas,
cuando tu cuerpo se resbala lentamente, desnudo, sensual, estilizado
bebiendo el polen del amor
el zumo de la vida,
trago a trago.
Trepo a las colinas de tus pechos
por tu cintura frágil me desangro
y descubro en ti la primavera
que prometieron para mí tus ojos claros.

Si dejaras de besarme,
de besarnos
mi sombra moriría, niña,
y yo a su lado.

A mi niña, que ahora anda perdida por Montevideo. Te extraño.

domingo, 4 de diciembre de 2005

Mordiéndonos los labios

Hacía cinco minutos que nos habíamos dicho adiós. Ella comparte piso con T., y después de una cena y unas cuantas copas con ellas, mi amigo A. y yo, las habíamos dejado en su piso. Llevé a A. hasta su coche y quedamos para la mañana siguiente ir a nadar un rato a la piscina del club deportivo. Nada más perder de vista a A., la llamé. "En cinco minutos estoy en tu casa". "No llames al timbre, yo te abró, no quiero que T. se entere".

Nada más llegar a su puerta me abrió. Me estaba esperando. Nos quedamos quietos, mirándonos. Toda la noche nos habíamos estado mirando, sin apenas decir nada más que generalidades. Los dos sabíamos lo que el otro quería. Nuestra atracción era clara, pero los cuatro trabajabamos en la misma empresa y no estaban bien vistas las relaciones entre empleados. Me cogió de la mano y me llevó con sigilo hasta su habitación. No pude esperar más. Le dí la vuelta y la bese. Ella llevó sus manos hasta mi nuca y acariciándome, presionó mis labios contra los suyos. Nos besamos con desesperación. Con la desesperación de no haber podido hacerlo durante toda la noche. Con la desesperación de no haberlo podido hacer en todo el día. Con la desesperación de no haberlo repetido desde ese beso furtivo en las escaleras que llevan a los archivos de la oficina. Empezó a desabrocharme la camisa mientras yo no hacía más que acariciar sus suaves cabellos, que disfrutar con esa sonrisa que se le dibujaba en los labios cada vez que levantaba la vista y nuestras miradas se cruzaban. Me fuí descalzando y quitándome los pantalones y los boxers. Ella solo tuvo que deslizar sus deliciosas manos por el nudo que sujetaba la bata azul que llevaba para dejar al descubierto su cuerpo desnudo. Nos convertimos en una maraña de brazos y piernas. Recorrí todo su cuerpo con mis labios. Su sexo estaba húmedo y sonrosado. Tumbados formando un perfecto 69, la visión de su sexo no hizo más que excitar más el mío. Mientras mis manos acariciaban sus muslos, mi boca saboreaba su sexo. Mi lengua separaba sus labios para introducirse un poco en ella con cada movimiento. Ella, con su mano, hacía crecer mi pene con suaves movimientos. Su clítoris era ya una perla dura que con cada caricia de mi lengua, hacía que ella dejara escapar un ahogado gemido. Ella acabó por meterse mi polla en su boca y empezó a deslizar sus labios por mi pene mientras su lengua lo acariciaba. No pude por más que cruzar mis brazos por encima de su culo y apretar más mi boca contra su sexo. Ella tambien intensificó su mamada, metiendose mi polla en su totalidad para despues sacarla y dejarla toda húmeda y palpitante, fría al contacto con el aire. Empezó a besarme alrededor de ella pero sin tocarla. deseaba que el calor que sentía ahora en mis labios, aplacaran esa sensación de frío y deseo. Ella me recibió dulcemente en su vagina y en su boca. Nuestras lenguas no dejaban de cruzarse mientras nuestros sexos se acoplaban perfectamente. Mi semen la inundó en silencio. Ella clavó sus uñas en mi espalda mientras tensaba todo su cuerpo, apretándolo contra el mío. Notaba que ella quería más. Quería llegar a sentir lo mismo que yo. Mi mano bajo hasta su coño, acariciando todo el recorrido por su cuerpo, antes de introducirme en su sexo. Mientras con dos dedos la penetraba, el pulgar no dejaba de acariciar esa perla que la hacía mover su cuerpo convulsamente. Mi lengua rodeaba el pezón del pecho que sujetaba con mi mano. Un pezón duro, sobresaliente, que coronaba un pecho perfecto y terso. No tardó mucho en mojarme por completo los dedos, que aún acariciaban su interior. Mordiéndose sus labios, aplacó las ansías de dejar escapar sus gemídos de placer. Aquella noche sufrimos y disfrutamos. Sufrimos por no poder dar rienda suelta a todos nuestros deseos al tener a T. en la habitación de al lado; y disfrutamos, disfrutamos, disfrutamos.

A la mañana siguiente no fuí a la piscina. Me excuse con A. y me quede en casa. Las marcas de mi espalda no tenían fácil explicación.

domingo, 27 de noviembre de 2005



"Solo ganan los que se arriesgan a amar.
Los que llegan a conocer el lado oscuro del corazón."

Mario Benedetti

miércoles, 23 de noviembre de 2005

Puta - Nelly Arcan

"Sí, la vida me ha atravesado, no he soñado, estos hombres, miles de ellos, en mi cama, en mi boca, no me he inventado su esperma sobre mí, en mi cara, en mis ojos, lo he visto todo y sigue aún siendo así, todos o casi todos los días, trozos de hombre, sólo su polla, trozos de polla que se emocionan por yo no sé qué, ya que no es por mí que se excitan, no ha sido nunca por mí, sino por mi puterío, por el hecho de que yo estoy ahí para eso, chuparlas, chuparlas otra vez, esas pollas que se ensartan las unas a las otras como si fuera a vaciarlas del todo, sacarles una vez por todas lo que tienen que decir y de todas formas yo no tengo nada que ver en esos derramamientos, podría ser otra, ni siquiera es necesario que fuera una puta, podría ser una muñeca hinchable, un fragmento de imagen cristalizada, el punto de fuga de una boca que se abre mientras gozan de la idea que ellos mismos se hacen de lo que hace gozar, mientras se alojan debajo de las sábanas haciendo aparecer una cara gesticulante, unos pezones endurecidos, una raja empapada y agitada por los espasmos, mientras intentan creer que esos trozos de mujer son para ellos y que son los únicos que saben hacerles hablar, los únicos capaces de doblegarlos por el deseo de verlos doblegados.


viernes, 18 de noviembre de 2005

de cine

No puedo dejar de recomendar dos peliculas recientes que me han gustado especialmente: "flores rotas" de Jim Jarmusch y "match point" de Woody Allen.




"Broken flowers" nos presenta a un Bill Murray muy comedido, al estilo de "lost in traslation" que emprende la busqueda de su hijo, visitando a diferentes ex-novias que tuvo hace 20 años. La pelicula cuenta con un reparto femenino destacado, en el que sin duda, me quedo con Sharon Stone y Cloë Sevigny.




En la primera casa que visita, la recepción no puede ser más acogedora por parte de Lolita (Alexis Dziena) para después disfrutar de una cena con sus dos anfitrionas.




Y la visión de Murray al despedirse de ellas no puede ser más dulce. Humbert se relame de gusto. Pero no hay que olvidar que Jarmusch realiza un excelente trabajo consiguiendo una gran película.




Por otro lado, Woody Allen escapa de New York y sus filias-fobias acostumbradas para presentarnos en "match point" a Chris Wilton (Jonathan Rhys Meyers) un ex campeón de tenis de humildes orígenes que traba amistad con el rico Tom Hewett (Matthew Goode). Su hermana Chloe(Emily Mortimer) se enamora de él. Pero Wilton siente una atracción irrefrenable por Nola Rice (Scarlett Johansson), prometida de Tom.




No hace falta leer ninguna declaración de Woody Allen para saber que se ha quedado completamente fascinado por Scarlett Johansson. La escena de presentación del personaje es toda una declaración de intenciones. Hacía tiempo que no veía una introducción tan especial. Johansson esta espectacular toda la pelicula. No me extraña que Woody Allen ya cuente con ella para su próximo proyecto. Y no quiero dejar de lado la actuación de Jonathan Rhys Meyers, que esta omnipresente en toda la pelicula, y que me ha sorprendido gratamente.




Allen se ha desmarcado de su estilo habitual para conseguir otra vez una obra maestra, que nada tiene que envidiar a sus comedias más celebradas, siendo un registro totalmente diferente. No se la pierdan.

martes, 15 de noviembre de 2005




"La única diferencia entre un capricho y una pasión eterna
es que el capricho dura un poco más"

Oscar Wilde

sábado, 12 de noviembre de 2005

Nunca las subestimes

Ella quería más, y yo no podía. Mi polla estaba flácida y sin vida después de tres orgasmos. Las copas de más en la discoteca empezaban a pasar factura. Pero ella no se rendía. Empezó a acariciarme y a besar mi sexo, para acabar introduciéndoselo en su jugosa boca. Obtuvo la respuesta que buscaba: mi pene en erección. Parecía funcionar independientemente del resto de mi cuerpo. Ahí estaba, completamente duro, pidiendo más. Yo parecía un simple espectador, ajeno a mi propio miembro, apenas consciente ya de lo que ocurría. Ella seguía chupándomela y lamiéndola, mientras que con su mano me acariciaba y apretaba, ahora suavemente, ahora más fuerte, mis vacíos huevos. "No hay más. Aprovecha que esta dura porque no creo que siga así mucho rato", alcance a decirle. Por un momento levantó su cabeza de mi sexo, y con voz desafiante me contestó: "pienso correrme con tu polla dentro; y tu también te vas a correr". No pude contener la risa. Dudaba mucho que con la borrachera que llevaba, pudiera hacer algo más aquella noche.

Ella se subió, dándome la espalda, como dejando claro que aquello no iba conmigo. Era un asunto entre ella y mi polla. Empezó a moverse rítmicamente. Yo veía como mi polla entraba y salía de su coño, pero casi no sentía placer con aquello. "No conseguirás que me corra" le insistí. Mis palabras no parecieron importarle lo más mínimo. Ella seguía disfrutando. Consiguió lo que deseaba. Se corrió. Se corrió como ya había hecho unas cuantas veces aquella noche. Sacó mi polla de su interior, le quitó el condón y empezó de nuevo a chuparla. Seguía erecta. Con un dedo empezó a jugar alrededor de mi ano. Al principio no me di cuenta, pero cuando intentó introducirlo dentro de mí, el nivel de conciencia subió. Su dedo entraba y salía por completo de mi interior. Poco a poco, y sin apenas esfuerzo por su parte, me sorprendió notar que ya eran dos los dedos. Mi polla seguía en su boca y yo ya empezaba a notar sus palpitaciones. Volvíamos a formar un todo único. Mi mente se centraba en el placer que estaba recibiendo mi cuerpo, sin preocuparse de nada más. Solo disfrutaba. El ritmo de sus dedos y de su boca se aceleró. Sus dedos se curvaron, acariciando la parte interior del ano más cercana al pene, y éste reaccionó al instante con una abundante explosión de semen, como si fuera el primer orgasmo de la noche. Ella seguía deslizando sus labios por todo el grosor de mi polla, hasta que notó que perdía su dureza. Me miró con cara de satisfacción. "No dudes nunca de mí. Siempre consigo lo que quiero". Aquella noche me quiso a mí.

miércoles, 9 de noviembre de 2005

Cartas a Dolores (II)



Querida Dolores,

aún te adoro en la distancia. Tus fotografías siempre me recuerdan lo que fuiste para mí. Lo que aún eres. Hablo contigo aunque tú no estés aquí. Te cuento como es mi vida sin ti. Te cuento como sería mi vida contigo. Te hago el amor con cada palabra que pronuncio. Te hago el amor con cada palabra que escribo. Sé que no las leerás. No las leerás pero tengo que escribirlas. Me dirijo a ti pero no escribo para ti. Escribo por mí. Necesito escribir lo que siento. Necesito verlo escrito para pensar que no es irreal. Aunque lo sea. En mis solitarias noches fijo la vista en el techo de la habitación y te veo, mirándome. Sueño despierto con tu cuerpo desnudo. Con ese cuerpo que no puedo tocar. Con cada centímetro de tu piel, que no puedo acariciar. Con cada pliegue de tu sexo, que no puedo disfrutar. Y mi sexo excitado te reclama. Pero tu no estás aquí para acariciarlo, para besarlo, para acogerlo e introducirlo dentro de ti, y hacer que explote de placer. Explota en el vacío. En un placer suicida sin sentido. Un placer tuyo. Un placer sin ti.

Tuyo en el deseo.
Humbert

sábado, 5 de noviembre de 2005

Sexus - Henry Miller

"Debía ser un martes por la noche cuando la conocí: en el baile. A la mañana siguiente me fui a trabajar, habiendo dormido un par de horas, como un sonámbulo. El día pasó como un sueño. Después de cenar, me quedé dormido en el sofá sin haberme quitado la ropa y me desperté hacía las seis de la mañana. Me sentía totalmente descansado, el corazón puro, y obsesionado por una idea: conseguirla a toda costa. Mientras atravesaba el parque, me preguntaba qué clase de flores le enviaría con el libro que le había prometido (Winesburg, Ohio). Yo pronto haría treinta y tres años, la edad de Cristo crucificado. Se abría delante de mí toda una nueva vida, si tenía el coraje de arriesgarlo todo. De hecho, no había nada que arriesgar: me encontraba en el peldaño más bajo de la escalera; era un fracasado en todos los sentidos.

Era, pues, un sábado por la mañana, y para mí los sábados han sido siempre el mejor día de la semana. Yo vuelvo a la vida, cuando los otros mueren de cansancio; para mí la semana empieza con el día de reposo de los judíos. No hace falta decir que no tenía ni la más remota idea de que aquella sería la semana más fabulosa de toda mi vida, una semana que duraría siete largos años. La única cosa que sabía era que el día se presentaba propicio y azaroso. Dar el paso fatídico, lanzarlo todo a los perros, constituye en sí mismo una emancipación: en ningún momento no se me ocurrió pensar en las consecuencias. Darse absoluta, incondicionalmente, a la mujer que uno ama representa romper todos los vínculos, excepto el del deseo de no perderla, que es el más terrible de todos."


martes, 1 de noviembre de 2005

meme

Vamos a exponernos y que todo el mundo nos mire.


kahlo, después de "contestar" el memefollo creado por nepomuk me pasa la pelota. ¿Por qué no?

1. ¿Cuál fue el mejor polvo de tu vida?
Estaba con una diosa para mí. Hacía tiempo que iba detrás de ella. Cuerpo y mente excepcionales. La noche fue larga, y cumplió sobradamente con lo que yo deseaba de esa noche y de mi pareja. Cuando tuve el primer orgasmo, sentí como me partía por dentro de placer. Fue como un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo. Hubo más noches, pero no como aquella.

2: ¿Cuál es el sitio más original dónde has follado?
En un avión atravesando el atlántico. El recorrido era nocturno y aprovechamos que iba medio vacío para tirarnos en los asientos centrales de la parte más desocupada.

3: ¿Qué es lo que más te gusta en el momento del folle?
Siendo poco original, supongo que podría decir que el sexo oral. Siendo generoso, podría decir que ver como hago disfrutar a mi pareja y que llegue al orgasmo. Siendo sincero, las dos anteriores y que me susurren al oído sintiendo el aliento caliente en mi oreja.

4: ¿Qué es lo que más odias en el momento del folle?
El teléfono movil. Interrumpe a horas poco convencionales para estar follando, por lo que debe ser muy importante (estar follando, claro). Y no, si lo tengo encendido es que no puedo apagarlo (a esas horas se entiende). Por suerte interrumpe poco (porque no suelen llamar del trabajo cuando no estoy allí, no por otra cosa).

5: ¿Qué fantasía sexual te queda por cumplir?
Muchas: cama redonda con más de dos personas, con una oriental, en el trabajo, con muchas de las personas que conozco, en una clase de la universidad (difícil ya), con Angelina Jolie (eso ya imposible) ... y todas aquellas que aún ni me he imaginado.

6: ¿Con qué personaje masculino y femenino de la blogosfera te darías un revolcón sin dudar?
¿Por qué un trío?¿Por qué no tres? Para un trío con otro hombre elegiría a bea y jose. Para un trío de suave satén a speranza e inmiky. Para un trío más fuerte a ninfa y afrodita.


Y para ver que contestan (me pica la curiosidad) paso el testigo a venganza morena (podrías aprovechar para actualizar este blog, que ya va siendo hora), a debora (vamos a descubrirte un poco más), y a nika (para que levantes el ánimo). Con estas tres también podría montar una fiesta ;-))) un cuarteto en este caso, o varios duetos, o...vaya cualquier cosa.

Tambien lanzo el reto a nit. Y no pongas la excusa de que no posteas en tu blog. Aquí tienes los comentarios abiertos para hacerlo sin problemas. Ella y tod@s. Los comentarios estan abiertos y esperando recibir opiniones.

miércoles, 26 de octubre de 2005

sábado, 22 de octubre de 2005

Weekend en Londres (y III)

Rebeca encendió un cigarrillo, y poco a poco el humo inundó la habitación. Marina se resguardo sobre mi pecho mientras me acariciaba. Al acabar el cigarrillo Rebeca se unió a ella. Sus caricias hicieron que esos minutos de relax me sintiera el hombre más deseado del mundo. Las dos se dedicaban a pasearse por mi cuerpo. Cuatro manos, dos bocas, un placer. Mi polla volvió a recuperar todo su grosor y firmeza, bajo la mirada complacida de mis dos amantes. Ellas se miraron y sonrieron. Sus labios besaron cada centímetro de mi pene. Rebeca se lo metió en la boca y empezó a chuparlo, apretando sus labios y pasando su lengua alrededor de la punta. Marina bajo su cabeza y empezó a jugar con mis huevos en su boca. Primero uno y después el otro. Cerré los ojos y me deje llevar a ese paraíso de placer que sólo dos mujeres pueden crear.

Noté como subían sobre mi polla y empezaban a moverse rítmicamente. Marina tenía mi polla dentro de ella, contrayendo su vagina a cada golpe de cadera. Rebeca le acariciaba los pechos, apretándolos, besándolos, sujetándolos. Marina aceleró sus movimientos, mientras arqueaba su espalda, ofreciéndole a Rebeca aquellos dos perfectos senos. Era su momento. Yo conocía algunos de los gustos de Marina. Habíamos tenido conversaciones de bar mucho más interesantes que las clases a las que no habíamos asistido. Entre risa y risa, siempre acabábamos hablando de sexo. Dulcemente cambiamos de postura, colocando a Marina a cuatro patas. Seguí follándola, mientras Rebeca me acariciaba y me besaba ahora a mí. Yo le correspondí pasando mi mano por su cuello y sus pechos, sin dejar de penetrar a Marina. Rebeca subía y bajaba sus manos por mi pecho. Mis dedos acariciaban el perfecto culo de Marina. Mi mano se quedó en esa separación por la que un poco más abajo mi polla la penetraba. Mis dedos empezaron a acariciar un agujero que enseguida empezó a abrirse a mis atenciones. A Marina le encantaba, yo lo sabía. Un dedo entró, y un poco más tarde un segundo le acompaño. Mi polla no tardó en sustituirlos. El camino se adaptó rápidamente a ella, momento que empecé a follarla. Rebeca no nos quitaba ojo. Aquello era nuevo para ella. Pase mi mano por su pelo y le acaricié su cuello, su nuca. Ella me miró. "Todo está bien", le dije con la mirada. Ella me sonrió y se tendió en la cama. Una de sus manos fue al coño de Marina y con la otra empezó a acariciarse su propio sexo. Marina subió de tono sus gemidos. No le gustaba quedarse con ganas de nada. Y menos cuando estaba disfrutando de dos amantes, que le proporcionaban un placer, que le llevó hasta el orgasmo. Yo me corrí en su culo.

¿Londres? Lo visitamos al día siguiente, con la nieve aún en el suelo. Pero en mi mente siempre estarán dos joyas de la corona que disfruté privadamente.

jueves, 20 de octubre de 2005

Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones (ordinaria locura) - Charles Bukowski

"La chica más guapa de la ciudad"

Cass era la más joven y la más guapa de cinco hermanas. Cass era la chica más guapa de la ciudad. Medio india, con un cuerpo flexible y extraño, un cuerpo fiero y serpentino y ojos a juego. Cass era fuego móvil y fluido. Era como un espíritu embutido en una forma incapaz de contenerlo. Su pelo era negro y largo y sedoso y se movía y se retorcía igual que su cuerpo. Cass estaba siempre muy alegre o muy deprimida. Para ella no había término medio. Algunos decían que estaba loca. Lo decían los tontos. Los tontos no podían entender a Cass. A los hombres les parecía simplemente una máquina sexual y no se preocupaban de si estaba loca o no. Y Cass bailaba y coqueteaba y besaba a los hombres pero, salvo un caso o dos, cuando llegaba la hora de hacerlo, Cass se evadía de algún modo, los eludía.


sábado, 15 de octubre de 2005

Weekend en Londres (II)

Su habitación estaba dos puertas más allá de la mía. Las maletas, aún sobre la cama, acabaron en el suelo enmoquetado. Marina era la que dirigía. Le gustaba sentirse poderosa. Con dos movimientos de muñeca su vestido cayó al suelo. Se quedó vestida con un conjunto negro, clásico, liso. No necesitaba más para destacar. Se acercó a mí y sin mediar palabra, me quitó la camiseta y empezó a desabrocharme los tejanos que me había puesto para llegar hasta su habitación.

Rebeca se mantenía alejada, mirándonos. La presencia de Marina había frenado sus primeros impulso. "Ven, acércate", le dije, con la voz más tranquilizadora que pude, mientras le tendía mi mano. Cuando la tuve a mi lado la besé, como había hecho unos minutos antes en mi habitación. Marina acariciaba todo mi cuerpo, al tiempo que yo volvía a desnudar a Rebeca. Una vez desnuda, la tendí sobre la cama y Marina y yo nos dedicamos a explorar todo su cuerpo. Marina empezó por su cuello, llegó hasta su oreja y empezó a jugar con su lengua en ella. Yo acariciaba su vientre, descendiendo hacía sus muslos. Aún llevaba puestas unas braguitas blancas muy finas. Pase mi mano por encima de la tela. Note como sus músculos se contraían. Marina ya había llegado a los pechos de Rebeca y estaba lamiendo sus rosadas areolas. Los pezones empezaron a mostrarse, a la vez que se endurecían. Rebeca estaba completamente abandonada a nuestras atenciones. Los ojos cerrados, la cabeza ladeada y los labios entreabiertos dejando escapar pequeños gemidos de placer. Mi mano se coló entre la tela y su pubis. Acaricié su coño, perfectamente depilado, y baje hasta llegar a su húmedo sexo. Con el dorso de la mano separé la tela y con mis dedos empecé a acariciar y pellizcar los labios de su coño. Rebeca se movió ligeramente. Marina estaba ahora besándola en la boca, sus lenguas estaban acariciando los labios de la otra. Sus manos jugaban con los dedos de la otra. Yo empecé a lamer los labios de su coño, al tiempo que iba separándolos más y más, para así poder llegar más dentro de ella. Mi lengua recorría su sexo, llegando cada vez más cerca de su clítoris, hasta que lo noté duro en mis labios. Me centre en su placer. Mis labios lo acariciaban suavemente mientras mi lengua lo tocaba levemente. Sus manos me acariciaban el cabello, apretando mi cabeza contra su sexo.

Marina dejó de acariciar y besar a Rebeca para empezar a acariciarme a mí. Sus manos recorrieron toda mi espalda hasta llegar a mi culo. Lo apretó con fuerza para pasar después una de sus manos por debajo de él hasta llegar a mis testículos. Jugó un rato con ellos para alcanzar por fin mi polla, ya en erección. Empezó a subir y bajar su mano por ella. Yo me abrí un poco de piernas para facilitarle el acceso. Mis dedos empezaron a follar a Rebeca. Entraban poco a poco, para después girar en su interior, y volver a salir. Primero a ritmo lento, para ir acelerando conforme su vagina se dilataba y humedecía. Marina ya tenía mi polla en su boca y estaba follándome con ella. No chupaba, me follaba deslizando sus húmedos labios desde el glande hasta la base de mi pene erecto. Aquella follada hizo que yo acelerará aún más mis dedos en el coño de Rebeca. Ya eran cuatro. No podía esperar más. Tenía que penetrarla. Mi polla estaba a punto de estallar en la boca de Marina, que ahora se dedicaba a chupar, lamer, mordisquear mi sensible glande, a la vez que su mano me pajeaba. Saqué la polla de su boca y la metí en Rebeca. Entraba y salía de aquel maravilloso sexo, mientras Marina iba acariciándonos. Nos corrimos. Me deje caer al lado de Rebeca. Marina se puso encima de mí y mirándome fijamente me dijo: "eeeh, solo un momento ¿vale? Todavía tengo que disfrutar yo. Y no me conformaré con algo normal darling". Rebeca asomó su cabecita por encima del hombro de Marina:"¡Y yo quiero repetir! La noche es larga y fuera hace mucho frío como para salir". Miré por la ventana y pude ver como empezaba a nevar. ¿Dónde iba a estar mejor que con aquellas dos diablillas, que con aquellos dos ángeles?

jueves, 13 de octubre de 2005




"Los dioses son como los hombres,
solo mueren realmente cuando dejan de ser amados"

Gabriel Matzneff

domingo, 9 de octubre de 2005

Weekend en Londres (I)

Durante mi segundo año de carrera universitaria, después de los parciales de febrero, un grupo pensamos que lo mejor para descargar tensiones sería un fin de semana en Londres. El martes lo decidimos y el jueves por la tarde tomábamos el avión con una de esas ofertas de último minuto. Yo estaba a punto de cumplir los veinticinco, por lo que sacaba unos años a mis compañeros de estudios, y ejercía un poco de padre de familia. Nos distribuimos en habitaciones dobles, chicas con chicas y chicos con chicos. Todo muy polite. Unos cuantos dejaron las maletas sin deshacer y se fueron a pasar la noche por los alrededores de Picadilly Circus. Entre ellos estaba mi compañero de habitación. Otros no tenían tanta prisa y se permitieron el lujo de deshacer las maletas y tomar una ducha, mientras decidían que hacer esas primeras horas en Londres. Yo era uno de esos.

Ya me estaba vistiendo para salir a dar una vuelta cuando llamaron a la puerta. Era Rebeca, una de mis compañeras de clase. En diciembre había cumplido los veinte, y le sentaban de maravilla a ese cuerpo con finas curvas. Su media melena castaña estaba mojada, y en su mano llevaba un secador de pelo. “Si no te molesta, necesitaría usar uno de los enchufes. Mercè está secándose el pelo y el otro enchufe no funciona. ¿Puedo pasar?”. ”Claro faltaría más”. Yo llevaba aún la toalla anudada a la cintura y solo me había puesto por encima la camisa sin abrochar siquiera. Ella llevaba unos tejanos de esos que se ajustan al cuerpo como un guante, y una simple camiseta. “Puedes pasar al baño, yo ya me estoy cambiando. Recojo mis cosas y todo tuyo”. Mientras ponía mis cosas de aseo en el neceser, ella paso por detrás de mí para conectar su secador de pelo. Nuestras miradas se cruzaron en el espejo. Una de sus manos pasó por debajo de mi brazo hasta llegar a mi pecho. “Me gustan los hombres de pelo en pecho” dijo mientras me acariciaba el torso desnudo. Su mano descendió hasta mi ombligo, donde el vello asciende desde la zona púbica. “Eso ya no es el pecho Rebeca”, le dije con una sonrisa en los labios. “¿Y te molesta?” contestó ella mirándome como no le había visto nunca hacerlo. No pude resistir más y la bese. Sus labios eran dulces, de fresa, y su lengua enseguida busco la mía. Sus manos desanudaron la toalla de mi cintura, cayendo al suelo y dejando mi sexo al descubierto. Sus manos lo tomaron delicadamente y empezaron a acariciarlo. La erección fue creciendo a la vez que yo le quitaba la camiseta dejando al descubierto sus pequeños pechos de un blanco inmaculado. Y es que su piel era blanca, sin imperfecciones, suave como la de un melocotón. Mientras yo le besaba los pechos, ella seguía acariciándome el sexo, que ya había llegado al grado máximo de excitación. Nos tumbamos en la cama y ella empezó a besarme el cuello, descendiendo por el pecho hasta llegar a mi polla. La tomó con sus labios y empezó a chupar solo la punta. Sus labios ascendían y descendían húmedos sobre mi glande. Su mano seguía pajeándome lentamente. Retiré su pelo mojado del cuello y empecé a acariciarlo suavemente. Noté como la piel reaccionaba bajo mis dedos. Ella empezó a bajar más sus labios introduciéndose más mi polla dentro de su boca. El ritmo se aceleró.

En aquel momento llamaron a la puerta. Nos incorporamos enseguida, yo me volví a anudar la toalla a la cintura y ella se puso la camiseta. Era Marina. “¿Está aquí Rebeca?”. Marina era mayor que Rebeca,(veintitrés calculo yo que tendría en aquella época) una melena morena rizada y unos enormes ojos color miel que enamoraban a primera vista. “Sí, pasa”. Marina se quedo mirando a Rebeca “¿Qué te pasa?” Rebeca estaba colorada. Le habían subido los colores a la cara. “¿Qué estabais haciendo?” dijo mirando primero a Rebeca, que tenía la mirada clavada en el suelo, y después girándose hacia mí. Acercándome a ella le dije: “¿Tú que crees?”. “Creo que sabes que la que tendría que estar aquí soy yo y no ella”. Marina y yo siempre habíamos tenido muy buena química, y siempre nos estabamos lanzando indirectas. “Yo me voy a mi habitación”, dijo Rebeca que continuaba roja como un tomate. Marina se acerco a ella y le dijo algo al oído mientras le ponía sus manos en los hombros. Después de hablar con ella, la cogió de la mano y las dos se acercaron a mí. Marina me susurró a un centímetro de mi oreja: ”Esta noche Londres tendrá que esperar. ¿Podrás con dos?”.

sábado, 8 de octubre de 2005

Entre sus manos - Marthe Blau

Llego ante la puerta cochera y veo desfilar mi vida. Tengo un nudo en el estómago y mis piernas vacilan sobre los tacones. No puedo seguir avanzando.
De repente, tengo mucho frío o mucho calor. En realidad, no sé. Pienso en mi hijo, mi amor, mi razón de respirar. Veo su mirada cuando lo he dejado entre los brazos de una niñera con la que todavía no está muy familiarizado.
¿Dónde estoy?¿Qué hago aquí, depilada, perfumada, encaramada sobre los tacones de nueve centímetros de unos zapatos negros de punta fina, con un incómodo liguero y un tanga que se me clava en la carne?
Me duele el vientre. Contemplo la posibilidad de marcharme, de volver con mi adorado hijo, de estrecharlo entre mis brazos, de decirle cuánto lo quiero, que siempre le seré fiel, que mi vida está consagrada a él.
Recuerdo su nacimiento, las lágrimas de felicidad ante su aparición, la emoción de su padre, las promesa hechas, los besos de amor, la ósmosis que nos une a los tres.
Y tecleo el código del edificio.



lunes, 3 de octubre de 2005




"Hacer el amor con una mujer y dormir con una mujer son dos sentimientos muy distintos. El primero es deseo; lo segundo es amor"
Milan Kundera

sábado, 1 de octubre de 2005

Cartas a Dolores (I)



Querida Dolores,

había vuelto a sentirme adolescente, a vibrar con cada pequeña cosa. Pero ya no eres aquella joven inocente y loca que conocí. Te has echo mayor y sufres los males de esta sociedad. Te han atrapado con las mentiras que te convierten en adulto.

Ahora ya no estas a mi lado. Ya no podré llevarte a París, y descubrirte los rincones donde me escondo del mundo. Ya no podremos pasear por los jardines de Luxemburgo, ni asomarnos a la ventana de la buhardilla en los días de lluvia, ni dejarnos atrapar por la noche abrazados. Todo se ha roto. todo ha desaparecido. Todo se conjuga en pasado. Todo se escribe en condicional. Todo niega el futuro.

Nuestras noches de cama, en las que yo era maestro y tú aprendiz, se han convertido en noches solitarias. Las mías. Las tuyas, se han convertido en clases magistrales, dónde la maestra eres tú. Quién pudiera gozar de nuevo de tus tersos senos, de tu suave pubis, de tu sensual boca, de tus manos descubriendo cada rincón de mi anatomía, llegando a mi sexo, acariciando cada centímetro de él, siguiendo las indicaciones de mi cuerpo, consiguiendo el máximo placer, recreándote en mi satisfacción, pidíendome la tuya, y yo penetrando en una cueva inexplorada, abriendo la senda que otros ahora siguen. No puedo olvidarlo, no quiero olvidarlo, no sé olvidarlo.

Se acerca el otoño, los días son más cortos y las noches más frías. Yo casi no lo percibo. Hace tiempo que vivo en un eterno invierno. Desde que te fuiste. Porque te fuiste. No conseguimos quedarnos atrapados en un mundo perfecto, no conseguimos detener el tiempo en aquel día que no existió. El mundo sigue girando, y no parará ni para tí ni por mí. La locura que me contagiastes ha desaparecido, dejando un vacío que tendré que llenar. Porque tengo que llenarlo. No puedo vivir así, pero tengo que vivir sin tí.

Siempre tuyo irrespetuoso
Humbert.

martes, 27 de septiembre de 2005

Las edades de Lulú - Almudena Grandes

Supongo que puede parecer extraño pero aquella imagen, aquella inocente imagen, resultó al cabo el factor más esclarecedor, el impacto más violento.
Ellos, sus hermosos rostros, flanqueaban a derecha e izquierda al primer actor, a quien ya no pude identificar, tal era la confusión en la que aquella radiante amalgama de cuerpos me había sumido. La carne perfecta, reluciente, parecía hundirse satisfecha en sí misma sin trauma alguno, sujeto y objeto de un placer total, redondo, autónomo, distinto del que sugieren esos anos mezquinos, fruncidos, permanentemente contraídos en una mueca dolorosa e irreparable, tan tristes, pensé entonces.
Ellos se miraban, sonrientes, y miraban la abierta grupa que se les ofrecía. en los bordes, la piel era tensa y rosa, tierna, luminosa y limpia. Antes, alguien había afeitado todo la superficie con mucho cuidado.
Aquella era la primera vez en mi vida que veía un espectáculo semejante. Un hombre, un hombre grande y musculoso, un hombre hermoso, hincado a cuatro patas sobre una mesa, el culo erguido, los muslos separados, esperando. Indefenso, encogido como un perro abandonado, un animalillo suplicante, tembloroso, dispuesto a agradar a cualquier precio. Un perro hundido, que escondía el rostro, no una mujer.



sábado, 24 de septiembre de 2005

de Madrid, al cielo

Dos o tres veces al año, viajo a Madrid por motivos laborales. Una de esas visitas se produce a principios de año, coincidiendo con una feria internacional del sector. Ya hace cuatro años que esa cita es doble: con la feria y con Mónica. Nos conocimos hace cinco años. Ella es andaluza, y creo que no puede haber una mejor representante de la belleza del sur. Cuerpo con curvas, morena de pelo largo y liso, piel canela y una sonrisa que encandila. Ese primer año solo estuvimos tonteando, coqueteando, o como quiera decirse. Yo creo que ese dejar la miel en los labios hizo que al año siguiente no hubiera prácticamente prolegómenos. El primer día de feria ya acabamos juntos en mi habitación de hotel. Porque hasta en eso el destino nos era favorable. Nuestras empresas reservaban el mismo hotel.

Nuestro último encuentro fue en enero de este año. Siempre quedamos en mi habitación. Yo viajo solo, y Mónica comparte la habitación con una compañera del trabajo. A ella le dice que pasa la noche con una antigua amiga suya de facultad que ahora vive en Madrid. Es uno de los pocos datos biográficos que conozco de Mónica. Ni yo ni ella nos hemos explicado nuestras vidas, no sé si tiene novio, esta casada, tiene hermanos....simplemente tenemos una relación sexual una vez al año.

Ella llamó a la puerta de mi habitación. Había cambiado su elegante traje chaqueta y pelo recogido por unos tejanos, una camiseta blanca y el pelo suelto. Nada más cerrarse la puerta nos comimos a besos literalmente. Le encanta mordisquearme los labios, el cuello, y todas las partes de mi cuerpo que puede alcanzar. Acabar en la cama desnudos, fue cosa de minutos. La tendí sobre las sabanas blancas, que aún resaltaban más su color de piel. Me encanta su piel, morena, suave. Me encanta acariciarla, besarla. Empecé por sus brazos, que ella tenía extendidos, sujetándose con sus manos a la cabecera de la cama. Pase suavemente por sus axilas. Note como su cuerpo se tensaba al pasar por la base del pecho. No se lo toque. Baje hasta su ombligo. Con mi lengua hice círculos entorno a él. Ella apretó la cabecera con más fuerza. Deje de lado su sexo, y fui besándole el interior de los muslos. Ella abrió más las piernas, como invitación a comérselo todo. Soltó sus manos de la cabecera para acercar mi cabeza a su húmedo coño. No era todavía el momento. Quería que aquello durara más. Cogí mi corbata de la mesita de noche y la até suavemente a la cabecera de la cama. Ella me miró con cara de desesperación y deseo: “Cómemelo ya”. “Todo a su tiempo”. Antes de volver a sus muslos, pase mi mano suavemente por todo su costado. Podía notar su cuerpo en tensión. Cuando llegue a la cadera, pase mi mano por encima del vello de su sexo, solo acariciando las puntas del vello. Ella giró la cabeza con gesto de placer, mientras cerraba sus ojos. Mis labios se acercaron y mi lengua empezó a lamérselo. Al mismo tiempo con dos dedos, busque su clítoris que ya estaba muy duro. Su respiración se hacía cada vez más rápida. Su excitación era cada vez mayor. Seguí lamiéndola pero al mismo tiempo busque mi polla y empecé a acariciarme. Estaba dura y a punto. Suavemente la penetré. Su vagina estaba caliente y muy húmeda. Nos besamos, nuestras lenguas se cruzaron una y otra vez. Noté como su jugo rodeaba toda mi polla, que seguía follándola. Cada vez más rápido. Acaricié sus hermosos pechos. Con una última envestida me corrí. Le solté las manos, que rápidamente me cogieron del pelo y me estiraron la cabeza hacia atrás. Sus ojos se clavaron en los míos: “todo el año pensando en estos días, y tu aún alargas más la agonía. Eres malo...Te deseo”. Me mordió el cuello y me dejo marcados sus dientes en mi carne.

A la mañana siguiente ella se fue. Por suerte su mordisco quedaba oculto bajo el cuello de la camisa y la corbata. Continuaba sin saber nada de ella a parte de su nombre de pila, la carrera que estudió, la empresa para la que trabajaba y la ciudad donde vive. Pero sabía que el próximo año nos volveríamos a encontrar en una habitación de hotel. En Madrid. Y como dicen: de Madrid al cielo.

lunes, 19 de septiembre de 2005

Benditos malditos VIII - Joaquín Sabina


 

Benditas sean las rubias calentonas
que se bajan las bragas con cualquiera,
las niñeras que salen respondonas
y arrinconan al niño en la escalera,

las enfermeras que suben la fiebre,
las tetas de pezón hospitalario,
los gatos que no dan gato por liebre,
los misterios gozosos del rosario,

los frívolos culitos cariñosos
que perdonan los polvos atrasados
y no juegan a ricos y famosos,

los húmedos chochitos de las putas
que consuelan a más desconsolados
que las madres teresas de calcutas.

Joaquín Sabina - Ciento volando de catorce

si te ha gustado este post, no dejes de visitar la página de angel. gracias por tu visita. yo tambien te sigo. modesto homenaje.

viernes, 16 de septiembre de 2005

Carolina en "Bagdad"

Antes de que llegara el verano, una noche ociosa de martes, Carolina y yo estabamos en el piso, yo escribiendo en el ordenador y ella ojeando un periódico. "Humbert, ¿tu has ido alguna vez al Bagdad?". La pregunta me sorprendió. "Por qué lo preguntas?". "Acabo de ver un anuncio en el periódico: Sala Bagdad. Porno en vivo. Espectáculo impactante...pero no te hagas el remolón. ¿Has ido o no?". "Un par de veces. Dos despedidas de soltero". "¿Y cómo es?", me preguntó con esa voz entre inocente y perversa que tan bien sabía entonar. Me gire hacía ella: "¿Por qué no vamos y lo ves con tus propios ojos?". Ella se puso tensa un momento: "Pero, ¿pueden entrar mujeres?". "Sí, claro". Ví atravesar por sus ojos aquella chispa de curiosidad que tantas veces le había visto. "Venga, vamos". No se si fui yo o ella misma la más sorprendida por las palabras que acababa de pronunciar.

No había mucha gente, dos hombres que por como miraban a su alrededor era la primera vez que entraban en el local, un habitual de la casa al que todos los empleados saludaban, otra pareja, y nosotros. Elegimos sentarnos en los asientos del lateral más alejado de la entrada. Cuando llegamos, en el escenario ya había una pareja haciendo su número. Los dos estaban de rodillas y ella le estaba chupando la polla con verdadero deleite, mostrando su coño a los espectadores a medida que la plataforma circular iba dando vueltas lentamente. Una música de fondo ambientaba la escena.

Carolina se acurrucó en su asiento. No quitaba ojo a la pareja del escenario. Yo en cambio, no podía quitarle ojo a ella. Sus expresiones, su mirada...podía notar su excitación. La pareja del escenario cambio de postura. Ella se tumbó sobre su espalda y él empezó a penetrarla mientras le sujetaba las piernas abiertas en alto. Carolina no perdía detalle. Poco a poco se fue relajando. La pareja volvió a cambiar de postura: ella se puso a cuatro patas y él empezó a sodomizarla. "Sabes, Humbert, nunca he practicado sexo anal". Carolina se estaba sincerando conmigo en medio de un espectáculo porno. Era una situación un poco surrealista. Yo no sabía que decir. Sólo se me ocurrió abrir la boca para soltar: "es una experiencia más en la vida. Ya tendrás tiempo de hacer eso y muchas más cosas. Aún eres joven". La pareja estaba llegando al final del show. Él sacó su polla de la chica y se corrió sobre el culo de ella. "Un aplauso para Bonnie and Clyde" se oyó por los altavoces. Me fije que tirado sobre el escenario había ropa imitando el vestuario de los gangsters de los años 30.

Las cortinas rojas se cerraron mientras preparaban el escenario para la siguiente actuación. "Hay poca gente" me susurró al oído. "Supongo que los fines de semana debe haber más espectadores". "¡Y que cerca estamos del escenario!" Todo en ella era nuevo, una sorpresa excitante. Las cortinas volvieron a abrirse y por los altavoces anunciaron "con ustedes las vampiresas del Bagdad". En el escenario había cinco bellezas en lencería, que ya estaban acariciándose unas a otras, besándose, lamiéndose. Poco a poco se fueron desprendiendo de la poca ropa que aún llevaban, quedándose unicamente con las medias y los zapatos de tacón. No dejaron de acariciarse, besarse, lamerse. Empezaron a introducir sus dedos y sus lenguas en los diferentes coños perfectamente depilados. Todas tenían unos cuerpos espléndidos. Unos pechos deliciosos. Unos culos más que apetecibles. Se pusieron todas en pie y fueron descendiendo del escenario, dirigiéndose a los diferentes espectadores que allí estabamos. Una rubia se acercó a nosotros e inclinándose sobre mí me dijo "¿Quieres que te la chupe un poco?" "¿Me lo prestas preciosa?". Carolina solo llegó a balbucear "Si él quiere..." La rubia me cogió de la mano y me llevó hasta el escenario. Allí estabamos los cinco espectadores convertidos en parte del espectáculo, con los pantalones bajados y con las vampiresas haciéndonos una felación, bajo la atenta mirada de las dos mujeres que habían quedado como público. Me chupaba la polla mirándome a los ojos. Sus manos apretaban mi culo hacía delante, introduciendo mi polla al máximo en su boca. La rubia sabía lo que hacía. Que me mirara a los ojos hacía aumentar el placer de la mamada. Cuando notó que faltaba poco para que me corriera, paró y se levantó. "Cariño, hasta aquí. No quiero sorpresas", y se despidió de mi con un beso en los labios.

"Gracias por participar en nuestro show. Un aplauso para nuestras vampiresas". Los cinco hombres bajamos del escenario mientras cerraban las cortinas. Cuando llegué a mi asiento, Carolina me esperaba ansiosa. "Nunca me lo hubiera imaginado. ¿Te has corrido?" "No. Me ha dejado a medias". Ella acerco su mano a mi entrepierna y noto mi polla, que seguía dura dentro del pantalón. Miró a un lado y a otro, comprobando que gracias a las cortinas del escenario nadie nos podía ver. Sacó mi polla del pantalón y empezó su propio espectáculo. Nunca me la había chupado con tanto ímpetu y deseo. Se la metió entera en varias ocasiones. Su lengua acariciaba todo el grosor de mi pene. Su mano me acariciaba los huevos que poco a poco también se iban endureciendo. Me corrí en su boca. Ella me la lamió hasta el final. Estaba dominada por la situación. No la había visto así en los meses que llevaba con ella. No esperamos a que acabara el espectáculo. Nos fuimos a casa a disfrutar de nuestro propio show.

miércoles, 14 de septiembre de 2005

Si seguimos así...




Si seguimos así, voy a tener que cambiar de categoría el blog de Venganza Morena y pasarlo de disfruto... a ...intimamente. No se pierda su último post. En cualquier caso, visitarlo es siempre un placer.

martes, 13 de septiembre de 2005

Shanghai Baby - Wei Hui

Mi nombre es Nike, pero mis amigos me llaman Cocó (como Cocó Chanel, esa famosa señora francesa que murió a los noventa años, mi ídolo número dos; el número uno es Henry Miller, naturalmente). Cada mañana, al despertar, pienso en qué cosa extraordinaria hacer para llamar la atención de la gente. Me imagino el día en que me elevaré por el cielo de la ciudad estallando en un espléndido ramillete pirotécnico; ése es el único ideal de mi vida, mi única razón de existir."







viernes, 9 de septiembre de 2005

Ella y yo

Ella y yo hemos follado. Y Ella me ha propuesto escribir nuestra experiencia en un post. Escribir ese encuentro desde los dos puntos de vista. Una misma situación, dos versiones. Aquí está el resultado.

Ella

Tengo un blog y coincidí con el antiguo blog de Humbert varias veces. Él entonces no se hacía llamar así,... pero eso es otra historia. Él me buscaba entre mis post, yo le buscaba a Él, jugamos a seducirnos en cada comentario. Después de escribir mis posts me paraba a esperar su comentario. Estaba enganchada, y que fuera un desconocido, lo hacia más interesante. Un día le escribí a su correo en un acto de diversión o de deseo, uno nunca sabe muy bien por que hace ciertas cosas. Obvio que me escribió. Después de varios e-mailes, largas conversaciones en msn y fotos previas, nos encontramos en un café.

Aquella noche no dormí de los nervios. Me corría la sangre a toda velocidad, y la idea de tener una relación con Él, que me había puesto como una moto con sus post, me hacia sudar por dentro. Poco teníamos que decir, solo que nos deseábamos y que nos moríamos por estar juntos. Me encanta seducir, y jugar a ser traviesa, y puta, y Él me deja ese espacio con total confianza. Estaba feliz. No me costo nada sugerirle, mientras le mordía la boca, que fuéramos al baño a empezar nuestro primer polvo. Es sabido que el primero siempre deja bastante que desear así que la excitación del sitio ayudaría a romper el hielo y dejaría paso a un montón de polvos mas a lo largo de … bueno lo que el cuerpo aguantara.

En el baño lo primero que hice fue desnudarme por completo y colgarme a Él todavía vestido. No le di tiempo a nada más que a bajarse la bragueta. Golpeé con mi pie la tapa del baño para que se sentara y empecé a follarle como una loca, no podía más, estaba súper salida, tenia que tranquilizarme. Necesitaba una buena dosis de su polla para seguir después un poco más descargada. El grito de mi corrida llego hasta la puerta del café.

Ni en su casa ni en la mía, a un hotel. Habitación 253, lo tengo grabado en el cerebro. Él, me agarraba la mano y me decía con su mirada que todo estaba bien que ese día había crecido el amor en el mundo y yo le creí. En esa habitación no quedó ni un lugar donde no folláramos ni una postura que no probáramos. Nos adaptábamos perfectamente y mis juegos eróticos le volvían loco. Y a mi Él, que me tocaba, me besaba, me penetraba y me mordía como si me conociera de toda la vida. Pareciera que alguien le hubiera explicado lo que me gustaba y que tenía que accionar para ponerme más y más cachonda.

Ahora estoy mas tranquila y llevo un montón de buen sexo en mi cuerpo. Si me vuelve a subir.... ya se dónde acudir. Y si necesito un amigo, también.


Yo

Hacía meses que había creado un blog, pero no empece a sentir pasión por este formato hasta que descubrí el suyo. Empece a comentar sus posts, y Ella los míos. Estaba fascinado por sus palabras en negrita. Su primer mail me sorprendió. Lo deseaba, pero no dejo de sorprenderme. Después de un tiempo y muchos messengers subidos de tono, decidimos que no podíamos esperar más. Teníamos que conocernos. Cita en una cafetería. Como podría haber quedado con otra amiga. Pero ese encuentro iba a ser diferente. Nos habíamos llegado a conocer muy íntimamente, sin ni siquiera habernos tocado. Hasta en aspectos que nadie más, a parte de nosotros mismos, conocía. Nada más entrar en el café nos besamos con ansia, con desespero. No estuvimos mucho tiempo sentados. “Me muero de ganas de follarte nene. Vamos al baño”.

Me levanté y Ella me siguió. A Ella le gusta llevar la iniciativa, y a mi me encanta que lo haga. Su vestido de tirantes cayó de inmediato al suelo. No llevaba ropa interior. Cogió mi mano y se la acerco al coño. “Nada más verte me he mojado. Esta noche no he podido dormir pensando en ti”. De un empujón me sentó. Yo solo había acertado a bajarme la cremallera de mis pantalones y sacar mi polla. Ella ya estaba sentada encima de mí cabalgando como una loca. Mis manos acariciaron sus pechos. Noté como su pezón se endurecía bajo la yema de mis dedos. Seguro que sus gemidos se debían oír desde fuera, pero nadie entró. Se corrió, y al cabo me corrí yo. Pero Ella no paró de follarme. Estaba poseída por el deseo. Acerco sus labios a mi oreja y después de lamerla con su lengua, empezó a darle ligeros mordiscos que se fueron haciendo cada vez más fuertes. Me corrí dentro de Ella. Por segunda vez. Nuestras lenguas se buscaron con avidez.

La noche fue larga. Aquella habitación de hotel debía haber visto mucho sexo, pero nunca entre dos personas que gozaban tanto la una de la otra.

jueves, 8 de septiembre de 2005

Último día de la exposición de Marta Castro



Los que no han ido todavía a ver la exposición de Marta Castro en la Sala d'Art Jove de Barcelona, tienen de tiempo hasta mañana de 9.00h a 20.00h. Sería una pena que se la perdieran. Yo estuve ayer y disfrute con sus autorretratos. Hay series de fotos estupendas. A Humbert le encanta "el rosa produce ojeras", pero no dejen escapar "las venas de un corazón roto", "cruces" o "topolandia".

Pueden ver más de Marta en su blog dadanoias , incodicional en mis links.

viernes, 2 de septiembre de 2005

Instintos básicos

Aquella noche no teníamos ganas de hacer nada. Los dos en camiseta y ropa interior nos tiramos en el sofá. Ella recostó su cabeza en mi regazo. Yo le acariciaba el pelo mientras con el mando a distancia pasaba de un canal a otro. En un canal programaban “Instinto Básico”, la película protagonizada por Sharon Stone. Avanzada la película llegamos a una escena en la que un encendido Michael Douglas, a falta de poder follarse a Sharon Stone, se va con su ex, una psiquiatra. Nada más entrar en la habitación la empuja contra la pared, le arranca la blusa y el sujetador y la empieza a besar y a acariciar con brusquedad. Le sube la falda y la empuja contra un sofá, rompiéndole las bragas al mismo tiempo que se baja los pantalones. La penetra por detrás sin contemplaciones. La agarra con fuerza por el cuello y empuja su cabeza hacia atrás. Esta completamente dominada por él.

Mi bóxer empezó a dejar intuir la erección que estaba teniendo. Sandra se dio cuenta de la situación. Me miró con ojos de viciosa. No cruzamos ni una palabra. Bajó el elástico de mi bóxer para dejar libre mi polla. La acarició suavemente hasta que llego a su tamaño máximo de erección. Sus labios empezaron a juguetear con ella. La punta de la lengua salía de su boca para ir humedeciendo mi capullo. La película seguía en la televisión pero ya no le prestábamos atención. La cogí por los brazos y la deje sobre la alfombra a cuatro patas. Ella se quito la camiseta mientras yo le bajaba el coulotte. La penetré con fuerza, sujetándola por encima de sus hombros para profundizar todo lo posible con mi polla en su vagina. Con cada penetración Sandra soltaba un gemido, entre placer y dolor. Metí mi dedo índice en su boca. Ella lo chupo moviéndolo de un lado a otro de la boca con su lengua. Así lubrificado empecé a trazar círculos en el esfínter de su culo, sin dejar de penetrarla. Podía ver como poco a poco el camino se iba abriendo. Introduje mi dedo y empecé a follarla con él. Cada vez dilataba más. Ahora ya podía meterle dos dedos. Cuando ya los dos dedos entraban y salían con facilidad, saque mi polla de su húmedo coño y se la metí en el culo. Hasta el fondo. Bruscamente. Ella dejo escapar un grito. Empecé a follarla rápidamente, sujetándola por las caderas. Ella empezó a gemir más fuerte. Me corrí. Había sido sexo sin contemplaciones. Duro. Sucio. Sólo instintos básicos.

miércoles, 31 de agosto de 2005

Sin City - Robert Rodriguez & Frank Miller



Lástima que a los puritanos norteamericanos no les moleste la sangre (en este caso amarilla) y sí el sexo. Hay posibilidades de mucho sexo...
 



Las escenas tienen gran fuerza visual. No se la pierdan.

sábado, 27 de agosto de 2005

Samba do Brasil

Ayer tocaba cena y copas con los amigos. Íbamos a celebrar que Miguel, por fin, se había quedado como único dueño del pub que tenía a medias con un socio capitalista. Por fin había comprado la parte que le faltaba, y eso había que celebrarlo.

La cena transcurrió entre risas y brindis. Al acabar, todos al pub de Miguel. Ahora se podía decir con todas las letras. Las rondas corrían a cuenta de la casa. Hacía las dos el local estaba lleno de gente. Pero yo no podía quitarle los ojos a Bárbara, la animadora-camarera-gogó que hacía un par de meses había contratado Miguel “para animar a la clientela. Las brasileñas son la ostia para eso”. Paula no destacaba tanto como otras compatriotas suyas. No tenía un pecho desproporcionado, ni un trasero inabarcable, pero bailaba y movía las caderas siguiendo el ritmo de la música como una perfecta brasileira.

En ese momento se encontraba haciendo un descanso. Yo ya había entablado conversación con ella en otras ocasiones, y teníamos una relación cordial. Yo le gastaba bromas, haciendo ver que me insinuaba, diciéndole que no sabía lo que se perdía, que era un gran amante, para después reírnos los dos de mis ocurrencias. A mí siempre me había atraído, pero no quería ser el típico tiburón que va detrás de las gogós y las camareras de discoteca.

Me acerque.”Hoy el local está que revienta, ¿verdad, Paula?”. “Hoola, mininho. Pues como cada día, pero como hace mucho que no vienes...”. Me hacía gracia que me llamará mininho cuando soy 5 años mayor que ella. “El conjunto que llevas hoy parece que te molesta al bailar”. Llamar conjunto a lo que Paula llevaba puesto era ser muy generoso. El top de un mini-bikini con la bandera de Brasil y unos shorts-shorts de licra blanca dos tallas más pequeños de lo que Paula necesitaba (y que dejaban escapar parte de los cachetes de su culo) no pueden considerarse un conjunto. Por supuesto el piercing del ombligo quedaba bastante lejos de estar cubierto por esos shorts. Por la parte delantera, no debían medir más de diez centímetros de tiro. “No, el conjunto esta bien, lo que me está matando es el tanga”. “Pues quítatelo” le dije inocentemente. Ella me miró con los ojos entornados. “Pues no puede ser. No quiero que se me marque el Piercing”. No sabía que también tenía uno ahí. Los del ombligo y la ceja son evidentes. El de la lengua, se ve si te fijas en esa boca carnosa, de labios sabrosos con los que acaricia las palabras, medio en castellano, medio en portugués. Pero el de los labios del coño sólo lo puedes disfrutar follando con ella.

“Qué lindo, mininho, te pusiste colorado”. La verdad es que me pillo de sorpresa y no pude reaccionar de otra manera. Dijo “Ven” y cogiéndome de la mano me llevo hasta el cuarto que usaban para cambiarse, como llevan al cordero al matadero. Mientras cerraba la puerta detrás de mí, ella que se había adelantado unos pasos se bajó los shorts de espaldas a mí, mostrándome en todo su esplendor ese hermoso culo que hacía un rato había admirado en la pista. El tanga era verde, y como vi cuando lo dejo encima del sofá, también iba adornado con la bandera de Brasil. Sin volverse en ningún momento agarró de nuevo los shorts y se los volvió a poner. Se giró y se acerco a mí. “Ves, así se marca todo”. De lo que menos tenía que preocuparse era de la bolita del piercing, que apenas se apreciaba. Lo de escándalo era esa raja en la que la licra blanca parecía ser abducida.

No pude hacer nada más que dejarme caer en el sofá. Demasiadas copas y esa visión tan cercana me estaba dejando k.o. Ella se me tiró encima dejando a la altura de mis labios sus dos tetas. Con un ágil movimiento separo la tela del bikini y dejó sus dos pechos al descubierto, desafiantes. Mi lengua recorrió el pecho de la base hasta el mugrón, donde se entretuvo humedeciendo la aureola con pequeños movimientos circulares. Enseguida note como se endurecía en mi boca. Ella me cogió del cabello y apretó mi cabeza en su pecho. Al instante, y sin soltar mi cabello mi tiró la cabeza hacía atrás y nos besamos. Nuestras lenguas se exploraron con frenesí. El piercing en la lengua era un aliciente más. No podía por más que imaginar lo que sería que me chupara la polla acariciándola con esa bola metálica.

Sin separarnos me baje la cremallera de los pantalones y liberé mi polla de los calzoncillos. Estaba ya dura y completamente erecta. Ella con un breve gesto apartó el pequeño short dejando al descubierto su coño. Cogió mi polla y se la introdujo completamente de un solo golpe de cadera. Note su coño húmedo y dilatado. Paula empezó rítmicamente a follarme como una posesa. “Así, dame más, dame más”. Alternaba sus movimientos de vaivén con movimientos circulares que hacían que mi polla se pasease por toda la pared de su vagina. La samba que estaba bailando sobre mi polla se aceleró. Paula apoyó sus dos brazos en la pared que tenía sobre mi cabeza y apretó con más fuerza su culo contra mis muslos. Mi polla no podía entrar más en ella. Con dos movimientos más de cadera mi corrí y mi semen inundó su coño. Ella descendió su cabeza sobre la mía y me beso tiernamente. “Ahora bailaré más cómoda y relajada mininho. Gracias”.

martes, 23 de agosto de 2005

Desayuno de domingo

Desperté el domingo con la sensación de estar flotando. Tenía la mente turbia por el alcohol y el cuerpo exhausto por el sexo. Lo primero que vi fue el sol de la mañana que se colaban por las rendijas de la persiana a medio subir. Siguiendo los rayos del sol me giré hacía mi derecha y allí estaba ella. Me quede un rato mirándola. Su cara, medio cubierta por su pelo cobrizo, dejaba entrever una expresión de felicidad. Sus labios, esos labios que tanto había besado aquellos dos últimos días se curvaban ligeramente insinuado una leve sonrisa. Su cuerpo desnudo, que tanto había disfrutado aquellos dos últimos días, se movía suavemente al ritmo de su respiración.

No pude resistirme y acerque mis dedos lentamente a su cadera, empezando a acariciarla suavemente. Poco a poco las caricias se acercaron a su sexo. Ella hizo un leve movimiento y dio un cuarto de vuelta sobre sí misma, quedando boca arriba sobre la cama. Entonces lo vi, como tantas veces lo había visto aquellas dos últimas noches. Su coño, perfectamente depilado, dejando simplemente una V de vello que parecía indicar el camino del paraíso. Ella seguía dormida, o al menos eso parecía. Poco a poco le separé las piernas y empecé a acariciarle la parte interior de sus muslos, desde la rodilla y subiendo un poco cada vez. Ella parecía agitarse y su respiración se aceleró un poco, pero seguía sin dar muestras de estar despierta. Cuando llegue a los labios de su coño, estos mostraban ya una tensión, y al separarlos e introducir un poco mis dedos índice y anular, noté que el camino ya estaba húmedo. Con mis dedos separé los labios y empecé a mover mi lengua en círculos por el interior de los mismos. La respiración de Jenny se aceleró aún más, y sus piernas se flexionaron, pero seguía haciéndose la dormida. Subí con mi lengua hasta llegar a su clítoris. Mientras lo succionaba y jugaba con él entre mis dientes, mis dos dedos empezaron una penetración en toda regla. El ritmo de la lengua y de los dedos fue acelerándose poco a poco, entrando cada vez más y lamiendo casi en el interior de mi boca su excitada pepita.

Mi polla no se había mantenido ajena a todo esto. Dura y tirante después de tanto trasiego, tenía ya pequeños espasmos como reclamando lo que era suyo y esos dedos le estaban arrebatando. Abrí un preservativo, me lo puse y con calma empecé a penetrarla. Jenny ya no pudo evitar abrir los ojos y empezar a gemir de placer. Nuestras lenguas se encontraron y se entrelazaron mientras mi polla cada vez iba más rápida entrando y saliendo de su rasurado coño. Ella paso sus brazos por mi cuello y también empezó a moverse. Sus labios se acercaron a mi oreja. Metió el lóbulo en su boca y empezó a acariciarlo con la lengua. “Me voy a correr” le dije. “No, aguanta, ya me falta poco, quiero correrme contigo”, eso fue como una orden para mí. Pensaba aguantar lo que hiciera falta. Correrme a la vez que ella era lo que más me había excitado todo el fin de semana. No hizo falta que esperara mucho. La verdad es que Jenny, después de decir eso empezó su in crescendo hasta que noté su vagina con mucho más fluido. Yo tampoco pude aguantar más y llene el condón con mi leche. Los dos nos dejamos caer de nuevo sobre la cama. “Después de este despertar, me apetece un chocolate con churros” me dijo. “Perfecto desayuno de domingo. Deja que me dé una ducha y voy a buscarlos”

viernes, 19 de agosto de 2005

Esperando el regreso

Sé que no soy original pero a mi obsesión habitual por el sexo, le he añadido otra obsesión: la comida. Y todo gracias a Jenny. Jenny es una jovencita colombiana que trabaja de camarera en el restaurante al que habitualmente voy a comer. No tendrá más de 20 ó 22 años, y mueve su metro cincuenta de altura como solo las mujeres saben hacerlo. Pero donde de verdad mata es en las distancias cortas, cuando te pregunta con esa voz melosa “¿Qué desea hoy?”, mirándote con esos ojos verde esmeralda de actriz de cine.

Pues bien, hoy he ido al restaurante igualmente, aunque tenía la tarde libre. En verano es mejor condensar el trabajo en las productivas mañanas más que en las bochornosas tardes. Como siempre hemos tenido nuestro coqueteo en el momento de tomar la comanda. Estaba especialmente guapa. Ya hace unos días que me comentó que como al mediodía tienen menos trabajo por las vacaciones de la gente de las oficinas de alrededor, aprovechaba para salir antes e ir a tomar el sol a la playa hasta que volvía al trabajo para las cenas. Y esos baños de sol le han sentado de maravilla.Tiene un tono dorado en su piel que adquiere un brillo especial con ese poco de sudor que aparece de ir sirviendo de mesa en mesa.

No se si por descuido o a propósito, llevaba un botón más de su camisa blanca desabrochado, dejando al descubierto lo que tampoco podía ocultar estando abrochado, unos pechos pequeños, (no minúsculos) proporcionados y que la juventud de su dueña hace que no necesiten sujetador para mantenerse firmes y a su altura. (Nunca lleva, en eso ya me había fijado).

Era la primera vez que pedir una ensalada de queso fresco y elegir entre una merluza al horno y pollo me hacía subir tanto la temperatura. El local es pequeño y a última hora en este mes de agosto, prácticamente esta vacío. Mientras tomaba nota a dos palmos de mí, he notado como se abría un poco de piernas y la falda negra, que ya normalmente es corta, subía un poco por su muslo dorado. Ella se ha dado cuenta de que yo me fijaba en sus movimientos (es lo que debía estar esperando) e inclinándose un poco me ha susurrado al oído “usted más que merluza debería pedir muslo”. Sus pechos aguantaron perfectamente la gravedad y dejaron ver todo su esplendor a través del escote de la camisa. “Hoy podría con el muslo y la pechuga al mismo tiempo” le conteste también susurrando. “En lugar de ir a la playa a pasar calor, ¿Por qué no vienes a mi apartamento que tiene aire acondicionado?”. “En hora y media acabo el servicio. Espérame en el bar de enfrente”. Mientras ella servia otras mesas, de vez en cuando me miraba y se ajustaba la falda o humedecía sus labios con su lengua. La comida tuvó otro sabor, mucho más picante de lo normal.

Cuando llegamos a mi apartamento yo estaba superexcitado después de contemplarla durante toda la comida. No nos dijimos nada. Nos avalanzamos el uno sobre el otro y nos quitamos la poca ropa que llevábamos. Es la ventaja que tiene el verano. Sin darme tiempo a quitarle el tanguita amarillo que llevaba, de un empujón me tiro a la cama y fue directamente a chuparme la polla que ya estaba teniendo espasmos de tanta excitación. Primero rodeo el glande con su lengua, mojándolo, para después seguir jugando con él una vez ya dentro de su boca. Poco a poco, a cada movimiento suyo mi polla entraba un poco más. Mientras los movimientos se hacían cada vez más rápidos, empezó a masajearme los huevos, incluso apretándolos un poco, lo que me puso a cien. Me suelo afeitar los huevos para tener mayor sensibilidad en ellos y para que sean más agradables al tacto y a la lengua. Ella se dió cuenta que ése era mi punto débil. Sacó mi polla de su boca y se fue directamente a darle besos y lenguetazos a mis huevos. Cuando ya los tenía bien húmedos, se los metió en la boca succionándolos. Primero uno y después el otro. Se pusieron como piedras. Todo esto sin dejar de acariciarme con su mano mi polla, pajeándome con suavidad. No me quedo más alternativa que cogerle con las dos manos su linda cabeza y hacerla mirarme a los ojos: “si sigues así me voy a correr ya mismo”. “Eso es lo que quiero. Me encanta que se corran en mi boca” me dijo con una mirada que me derrotó. Después de esa declaración de principios no pude hacer nada más que acompañar su cabeza hasta mi polla y acariciarle el cabello mientras le marcaba tenuemente el ritmo que más me ponía. Con la otra mano le aparté el breve tanga y le empecé a acariciar su sexo. Primero alrededor de sus labios, después los deje pasar entre mis dedos unas cuantas veces, separándolos un poco hasta alcanzar su clítoris. Suavemente con la yema de mi dedo índice lo acaricié y sentí como se endurecía más y más. Jenny cada vez estaba más excitada. El ritmo de la mamada se aceleraba por momentos. Yo también aceleré mis caricias. Cuando estaba a punto de correrme se lo hice notar con mi mano en su cuello, indicándole levemente que no lo dejará ahora. Ella empezó a dar lenguetazos con toda mi polla dentro de su boca. Me corrí como no me había corrido en tiempo. Ella se tragó toda mi leche y estuvo lamiendo mi capullo un buen rato. Consiguió que la erección no disminuyera lo más mínimo. Mirándome con su ojos verdes medio cerrados me dijo: “ahora vamos a empezar otra vez, y nos vamos a correr los dos”. “Eso te lo aseguro. Vas a irte a trabajar deseando volver”.”Pues aprovecha cuando no esté para recuperar fuerzas porque esta noche será larga”. Hace un rato que se ha ido y en eso estoy. Mientras mi pequeña Jenny está trabajando, yo escribo este post y la espero.

sábado, 6 de agosto de 2005

Lolita - Vladimir Nabokov

Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita.