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jueves, 29 de junio de 2006

A cuatro manos y dos sexos

Cierras los ojos, dejando reposar tu cuerpo en el sofá dónde estás sentada. Sientes como las yemas de mis dedos recorren tus hombros desnudos. Suavemente hacen caer el tirante del body que cubre tus senos. Mis dedos descienden por tu piel hasta rozar suavemente la aureola que rodea un pezón ya duro. Mis labios se posan sobre tu cuello para que mi lengua note el calor de tu piel mientras se acerca al lóbulo de tu oreja, introduciéndolo dentro de mi boca, humedeciéndolo con mi saliva, al igual que tus jugos humedecen tu sexo. Tu boca deja escapar ya gemidos de placer que son acallados por mis labios sobre los tuyos...

...saboreo tus labios con mi lengua, mientras mis manos se cuelan por tu camisa abierta. Dejo que tu boca y la mía jueguen a encontrarse, que se fundan, que las lenguas se entrelacen, anticipando placeres más profundos. Mis manos han seguido hacia tu espalda, la camisa se ha caído... estoy tan cerca que puedo notarte erecto ya bajo la ropa...

...y desabrochas mi pantalón para tomar mi sexo en tus manos, y sentir como crece más y más con cada movimiento de tus dedos. Los míos se pierden ahora por debajo de la fina tela que cubre tu húmedo sexo. Me empujas a la cama, ya libres de ropa los dos, para entrelazar nuestros cuerpos en un baile prohibido, en un baile de lujuria, en un baile que nos llevará de placer en placer. Noto cómo...

...noto cómo tu boca se acerca a mis piernas, asciende por el interior de los muslos, recoge una gotita de mis jugos que se ha quedado cerca de las ingles y se acerca hacia el clítoris...

...no resisto la tentación de abrir tus labios con mis dedos para descubrir tu clítoris ya duro. Mi lengua recorre tus labios, dejando de lado ese palpitante botón que reclama atención. Tus manos acarician mi pelo, lo estiran y hacen que me introduzca más en tu sexo. Con cada lametazo me aproximo más a ese punto de placer. Tus jugos hacen que los dedos que introduzco en tu sexo estén cada vez más y más cubiertos de tus fluidos. Te dejas llevar entre jadeos, para con solo rozar tu clítoris, inundarme de tu orgasmo...

... me has dejado exhausta pero no me concedo un momento de reposo. Mis manos te recorren ansiosamente, te buscan y te encuentran. Juegan con tus alrededores, describen círculos que se van centrando, te rodean sin llegar a su meta. Mi boca las sigue, golosa. Suspiras al notar mi aliento que baja por tu vientre y te abandonas al sentir mi lengua recorriendo tu sexo...

...cierro los ojos para recibir del exterior solo las sensaciones de tu lengua en mi sexo, que no hace más que palpitar dentro de tu boca. Tus manos acarician el interior de mis muslos, rozando levemente en cada movimiento mis huevos, que poco a poco se van poniendo duros ante la inminente eyaculación...

...puedo ver en tu cara la cercanía del gozo, puedo notar en mi boca la vibración de tu carne... pero no quiero que llegues tú solo... me subo sobre ti, te beso, yo misma te conduzco con mis manos para que tu sexo me llene hasta el fondo, me muevo a mi ritmo, que acompaso al tuyo...

...y yo gusto de mi sexo dentro del tuyo, recorro tu vientre con mi mano, suavemente hasta alcanzar tu pecho que viste piel erizada y sudada. Tu cuerpo se mueve rítmicamente sobre el mío. Tus brazos tras mi cabeza me sujetan, mientras nuestros ojos se miran para decírselo todo. No creo que pueda aguantar mucho más antes de explotar en tu interior...

... humedad, sudor, jadeos... siento la vibración de tu placer a la vez que vuelve el mío. Caigo sobre tu pecho. Aún abrazados, empieza a regresar la conciencia a mi cuerpo. Vemos venir la noche mientras aún susurramos nuestros deseos.

viernes, 9 de septiembre de 2005

Ella y yo

Ella y yo hemos follado. Y Ella me ha propuesto escribir nuestra experiencia en un post. Escribir ese encuentro desde los dos puntos de vista. Una misma situación, dos versiones. Aquí está el resultado.

Ella

Tengo un blog y coincidí con el antiguo blog de Humbert varias veces. Él entonces no se hacía llamar así,... pero eso es otra historia. Él me buscaba entre mis post, yo le buscaba a Él, jugamos a seducirnos en cada comentario. Después de escribir mis posts me paraba a esperar su comentario. Estaba enganchada, y que fuera un desconocido, lo hacia más interesante. Un día le escribí a su correo en un acto de diversión o de deseo, uno nunca sabe muy bien por que hace ciertas cosas. Obvio que me escribió. Después de varios e-mailes, largas conversaciones en msn y fotos previas, nos encontramos en un café.

Aquella noche no dormí de los nervios. Me corría la sangre a toda velocidad, y la idea de tener una relación con Él, que me había puesto como una moto con sus post, me hacia sudar por dentro. Poco teníamos que decir, solo que nos deseábamos y que nos moríamos por estar juntos. Me encanta seducir, y jugar a ser traviesa, y puta, y Él me deja ese espacio con total confianza. Estaba feliz. No me costo nada sugerirle, mientras le mordía la boca, que fuéramos al baño a empezar nuestro primer polvo. Es sabido que el primero siempre deja bastante que desear así que la excitación del sitio ayudaría a romper el hielo y dejaría paso a un montón de polvos mas a lo largo de … bueno lo que el cuerpo aguantara.

En el baño lo primero que hice fue desnudarme por completo y colgarme a Él todavía vestido. No le di tiempo a nada más que a bajarse la bragueta. Golpeé con mi pie la tapa del baño para que se sentara y empecé a follarle como una loca, no podía más, estaba súper salida, tenia que tranquilizarme. Necesitaba una buena dosis de su polla para seguir después un poco más descargada. El grito de mi corrida llego hasta la puerta del café.

Ni en su casa ni en la mía, a un hotel. Habitación 253, lo tengo grabado en el cerebro. Él, me agarraba la mano y me decía con su mirada que todo estaba bien que ese día había crecido el amor en el mundo y yo le creí. En esa habitación no quedó ni un lugar donde no folláramos ni una postura que no probáramos. Nos adaptábamos perfectamente y mis juegos eróticos le volvían loco. Y a mi Él, que me tocaba, me besaba, me penetraba y me mordía como si me conociera de toda la vida. Pareciera que alguien le hubiera explicado lo que me gustaba y que tenía que accionar para ponerme más y más cachonda.

Ahora estoy mas tranquila y llevo un montón de buen sexo en mi cuerpo. Si me vuelve a subir.... ya se dónde acudir. Y si necesito un amigo, también.


Yo

Hacía meses que había creado un blog, pero no empece a sentir pasión por este formato hasta que descubrí el suyo. Empece a comentar sus posts, y Ella los míos. Estaba fascinado por sus palabras en negrita. Su primer mail me sorprendió. Lo deseaba, pero no dejo de sorprenderme. Después de un tiempo y muchos messengers subidos de tono, decidimos que no podíamos esperar más. Teníamos que conocernos. Cita en una cafetería. Como podría haber quedado con otra amiga. Pero ese encuentro iba a ser diferente. Nos habíamos llegado a conocer muy íntimamente, sin ni siquiera habernos tocado. Hasta en aspectos que nadie más, a parte de nosotros mismos, conocía. Nada más entrar en el café nos besamos con ansia, con desespero. No estuvimos mucho tiempo sentados. “Me muero de ganas de follarte nene. Vamos al baño”.

Me levanté y Ella me siguió. A Ella le gusta llevar la iniciativa, y a mi me encanta que lo haga. Su vestido de tirantes cayó de inmediato al suelo. No llevaba ropa interior. Cogió mi mano y se la acerco al coño. “Nada más verte me he mojado. Esta noche no he podido dormir pensando en ti”. De un empujón me sentó. Yo solo había acertado a bajarme la cremallera de mis pantalones y sacar mi polla. Ella ya estaba sentada encima de mí cabalgando como una loca. Mis manos acariciaron sus pechos. Noté como su pezón se endurecía bajo la yema de mis dedos. Seguro que sus gemidos se debían oír desde fuera, pero nadie entró. Se corrió, y al cabo me corrí yo. Pero Ella no paró de follarme. Estaba poseída por el deseo. Acerco sus labios a mi oreja y después de lamerla con su lengua, empezó a darle ligeros mordiscos que se fueron haciendo cada vez más fuertes. Me corrí dentro de Ella. Por segunda vez. Nuestras lenguas se buscaron con avidez.

La noche fue larga. Aquella habitación de hotel debía haber visto mucho sexo, pero nunca entre dos personas que gozaban tanto la una de la otra.