Obsesión:(Del lat. obsessio, -onis, asedio)
1.f. Perturbación anímica producida por una idea fija.
2.f. Idea que con tenaz persistencia asalta la mente.
sábado, 27 de febrero de 2010
"The laughing heart" de Charles Bukowski
The laughing heart
your life is your life
don’t let it be clubbed into dank submission.
be on the watch.
there are ways out.
there is a light somewhere.
it may not be much light but
it beats the darkness.
be on the watch.
the gods will offer you chances.
know them.
take them.
you can’t beat death but
you can beat death in life, sometimes.
and the more often you learn to do it,
the more light there will be.
your life is your life.
know it while you have it.
you are marvelous
the gods wait to delight
in you.
El corazón que ríe
Tu vida es tu vida
no dejes que sea golpeada contra la húmeda sumisión
mantente alerta
hay salidas
hay una luz en algún lugar
puede que no sea mucha luz pero
vence a la oscuridad
mantente alerta
los dioses te ofrecerán oportunidades
conócelas
tómalas
no puedes vencer a la muerte pero
puedes vencer a la muerte en la vida, a veces
y mientras más a menudo aprendas a hacerlo
más luz habrá
tu vida es tu vida
conócela mientras la tengas
tú eres maravilloso
los dioses esperan para deleitarse
en ti.
domingo, 23 de agosto de 2009
sábado, 7 de febrero de 2009
miércoles, 18 de junio de 2008
martes, 12 de febrero de 2008
lunes, 11 de febrero de 2008
Hacia rutas salvajes
"En abril de 1992, Chris McCandless, de 24 años, se internó solo y apenas equipado por tierras de Alaska. Había regalado todo su dinero, abandonado su coche, y soñaba con una vida en estado salvaje. Cuatro meses más tarde, unos cazadores encontraron su cuerpo sin vida. Su historia, difundida en un reportaje de Jon Krakauer, suscitó una agitada polémica. Para unos, era un intrépido idealista; para otros, un loco y un ingenuo sin el menor conocimiento de la naturaleza. Pero, ¿por qué un joven recién graduado decidió cortar todos los lazos con su familia y perderse en una región inhóspita? Antes de desaparecer, Chris McCandless escribió a un amigo: no eches raíces. No te establezcas. Cambia a menudo de lugar, lleva una vida nómada...No necesitas tener a alguien contigo para traer una nueva luz a tu vida. Está ahí fuera, sencillamente."
martes, 29 de enero de 2008
domingo, 27 de enero de 2008
No sabia qui eren els teus pares
No sabia si tenies cap fill
No sabia on era el teu país
No sabia quans diners tenies
No sabia quan havies nascut
No coneixia els teus projectes
Però sabia
qui eres tu.
No sabía como eras
No sabía quiénes eran tus padres
No sabía si tenías hijos
No sabía cual era tu país
No sabía cuánto dinero tenías
No sabía cuando habías nacido
No conocía tus proyectos
Pero sabía
quien eras tú.
domingo, 20 de enero de 2008
"El equilibrista" - Andrés Neuman

Nos hacemos mayores cuando nos damos cuenta de lo fácil que resulta que las cosas salgan mal.
Procurar no hacer nunca daño a nadie. Pero dar la impresión de ser muy capaz de hacerlo.
Es mucho más terrible despedirse que estar solo.
Los valientes son cobardes furiosos.
Todos los días nos cambia la vida.
Amar es una obra de arte.
Hay quién prefiere empezar comportándose como un genio, a la espera de que algún día le sobrevenga el talento.
La palabra poética "es" y "dice" al mismo tiempo.
Posiblemente la literatura más honda provenga del silencio.
miércoles, 2 de enero de 2008
"Cuanto sé de mí" - Luis García Montero
Hubo tiempos en los que la gente, sobrecargada de poder y vanidad, segura no sólo de sus certezas, sino incluso del lugar que sus certezas ocupaban en la realidad, respondía "usted no sabe con quién está hablando" cada vez que un operario impertinente se atrevía a llevar la contraria. Pero en los años que corren, las certezas se han convertido en preguntas, en viajes preparados como ejercicios de autoayuda, y uno se acerca a las selvas, a los mares o a los desiertos con una interrogación murmurada: "¿Usted, por casualidad, no sabrá quién soy yo?". Pretendemos reponernos de la filosofía disolvente de nuestro sofá con la amabilidad de las grandes distancias, domesticadas por los libros de aventuras y las agencias de viajes. Pero las vacaciones, más que el acceso a los pliegues de la verdad individual, nos facilitan la comprensión del género humano en sus actitudes contemporáneas. Los hábitos del turista sirven para definir las oportunidades que nos ofrece la historia una vez cumplida la muerte de Dios y consagrado el final de las utopías. Sin jefe conocido, sin tareas previstas, sin horarios que cumplir ante las responsabilidades del orbe, liberado de los grandes designios y de los dogmas providenciales, al ciudadano no le queda más programa que la vida ociosa, esa jubilación sentimental aconsejada, en paralelo, por la comodidad del presente y por las manchas crueles de las viejas banderas. ¿Qué puede hacer uno con ilusiones de doble filo en medio de la tranquilidad de un balneario?
El sudor global de los turistas, el agobio del tráfico y de las salas de espera, las visitas masificadas a los viejos recintos de la soledad, los codazos de la multitud, alimentan las cursilerías de algunas almas cándidas que pretenden buscar la verdad con el antiguo espíritu de los viajeros románticos. Frente al turismo, el yo persigue sus huellas en el sueño de los grandes viajes. Pero en cuanto el intrépido viajero pone los pies en el agua, comprende que los grandes viajes de ahora sólo se realizan en patera, con una tragedia apuntando en la nuca, y con muchas posibilidades de que no sobreviva ninguno de los valerosos navegantes para contar la peripecia. Una cosa es que nos busquemos a nosotros mismos, que preguntemos quiénes somos y adónde vamos, y otra cosa muy distinta que nos quedemos sin papeles, como náufragos ilegales, amenazados por el verdadero vacío de la identidad. Conviene que el óxido que muerde al yo en las sociedades del bienestar no ponga en duda los sellos y las firmas de los pasaportes.
Mejor es atenerse a la vulgaridad, aceptar la condición turística de la vida contemporánea y disfrutar del tiempo de ocio y de las excursiones veraniegas. La vulgaridad no sería una mala solución para el mundo, siempre que estuviese mejor repartida. Dentro de las pretensiones humildes de los equipajes estivales, nos queda el consuelo del regreso, el billete de vuelta, el sorprendente tesoro que nos espera dentro de la casa que un día cerramos para salir de viaje. Porque entre las plantas secas, las huellas de los ladrones y las averías de los electrodomésticos podemos encontrarnos de golpe y porrazo con nosotros mismos. Nuestro yo se esconde en el desorden de la correspondencia atrasada, camuflado entre la publicidad y las cartas profesionales. No me refiero a la insistencia con la que los sobres repiten un nombre, un apellido y una dirección. Ese tipo de seguridades pertenecen a una sabiduría de primeros términos, como la que divulgan los porteros automáticos y los buzones telefónicos. El verdadero yo nos aguarda en los recibos del banco. Pero no en los gastos del viaje, sino en las cuotas que se pagan todos los meses del año y que esperan amontonadas, sobre una mesa, después de las vacaciones.
La subjetividad es una deuda perpetua, un espacio que busca sentido en las facturas y las hipotecas, un lugar vacío con pretensiones de quedar cubierto. Yo soy yo y mis recibos de banco. Basta con abrir las cartas y poner orden a la vuelta del viaje. ¿Saben ustedes con quién están hablando? Soy la factura de una librería, un recibo de la luz, la cuota de un sindicato, de una organización política, de Amnistía Internacional, de tres niños apadrinados y del carné de socio del Real Madrid. En fin, soy una reunión legal de causas perdidas."