Antes de que llegara el verano, una noche ociosa de martes, Carolina y yo estabamos en el piso, yo escribiendo en el ordenador y ella ojeando un periódico. "Humbert, ¿tu has ido alguna vez al Bagdad?". La pregunta me sorprendió. "Por qué lo preguntas?". "Acabo de ver un anuncio en el periódico: Sala Bagdad. Porno en vivo. Espectáculo impactante...pero no te hagas el remolón. ¿Has ido o no?". "Un par de veces. Dos despedidas de soltero". "¿Y cómo es?", me preguntó con esa voz entre inocente y perversa que tan bien sabía entonar. Me gire hacía ella: "¿Por qué no vamos y lo ves con tus propios ojos?". Ella se puso tensa un momento: "Pero, ¿pueden entrar mujeres?". "Sí, claro". Ví atravesar por sus ojos aquella chispa de curiosidad que tantas veces le había visto. "Venga, vamos". No se si fui yo o ella misma la más sorprendida por las palabras que acababa de pronunciar.
No había mucha gente, dos hombres que por como miraban a su alrededor era la primera vez que entraban en el local, un habitual de la casa al que todos los empleados saludaban, otra pareja, y nosotros. Elegimos sentarnos en los asientos del lateral más alejado de la entrada. Cuando llegamos, en el escenario ya había una pareja haciendo su número. Los dos estaban de rodillas y ella le estaba chupando la polla con verdadero deleite, mostrando su coño a los espectadores a medida que la plataforma circular iba dando vueltas lentamente. Una música de fondo ambientaba la escena.
Carolina se acurrucó en su asiento. No quitaba ojo a la pareja del escenario. Yo en cambio, no podía quitarle ojo a ella. Sus expresiones, su mirada...podía notar su excitación. La pareja del escenario cambio de postura. Ella se tumbó sobre su espalda y él empezó a penetrarla mientras le sujetaba las piernas abiertas en alto. Carolina no perdía detalle. Poco a poco se fue relajando. La pareja volvió a cambiar de postura: ella se puso a cuatro patas y él empezó a sodomizarla. "Sabes, Humbert, nunca he practicado sexo anal". Carolina se estaba sincerando conmigo en medio de un espectáculo porno. Era una situación un poco surrealista. Yo no sabía que decir. Sólo se me ocurrió abrir la boca para soltar: "es una experiencia más en la vida. Ya tendrás tiempo de hacer eso y muchas más cosas. Aún eres joven". La pareja estaba llegando al final del show. Él sacó su polla de la chica y se corrió sobre el culo de ella. "Un aplauso para Bonnie and Clyde" se oyó por los altavoces. Me fije que tirado sobre el escenario había ropa imitando el vestuario de los gangsters de los años 30.
Las cortinas rojas se cerraron mientras preparaban el escenario para la siguiente actuación. "Hay poca gente" me susurró al oído. "Supongo que los fines de semana debe haber más espectadores". "¡Y que cerca estamos del escenario!" Todo en ella era nuevo, una sorpresa excitante. Las cortinas volvieron a abrirse y por los altavoces anunciaron "con ustedes las vampiresas del Bagdad". En el escenario había cinco bellezas en lencería, que ya estaban acariciándose unas a otras, besándose, lamiéndose. Poco a poco se fueron desprendiendo de la poca ropa que aún llevaban, quedándose unicamente con las medias y los zapatos de tacón. No dejaron de acariciarse, besarse, lamerse. Empezaron a introducir sus dedos y sus lenguas en los diferentes coños perfectamente depilados. Todas tenían unos cuerpos espléndidos. Unos pechos deliciosos. Unos culos más que apetecibles. Se pusieron todas en pie y fueron descendiendo del escenario, dirigiéndose a los diferentes espectadores que allí estabamos. Una rubia se acercó a nosotros e inclinándose sobre mí me dijo "¿Quieres que te la chupe un poco?" "¿Me lo prestas preciosa?". Carolina solo llegó a balbucear "Si él quiere..." La rubia me cogió de la mano y me llevó hasta el escenario. Allí estabamos los cinco espectadores convertidos en parte del espectáculo, con los pantalones bajados y con las vampiresas haciéndonos una felación, bajo la atenta mirada de las dos mujeres que habían quedado como público. Me chupaba la polla mirándome a los ojos. Sus manos apretaban mi culo hacía delante, introduciendo mi polla al máximo en su boca. La rubia sabía lo que hacía. Que me mirara a los ojos hacía aumentar el placer de la mamada. Cuando notó que faltaba poco para que me corriera, paró y se levantó. "Cariño, hasta aquí. No quiero sorpresas", y se despidió de mi con un beso en los labios.
"Gracias por participar en nuestro show. Un aplauso para nuestras vampiresas". Los cinco hombres bajamos del escenario mientras cerraban las cortinas. Cuando llegué a mi asiento, Carolina me esperaba ansiosa. "Nunca me lo hubiera imaginado. ¿Te has corrido?" "No. Me ha dejado a medias". Ella acerco su mano a mi entrepierna y noto mi polla, que seguía dura dentro del pantalón. Miró a un lado y a otro, comprobando que gracias a las cortinas del escenario nadie nos podía ver. Sacó mi polla del pantalón y empezó su propio espectáculo. Nunca me la había chupado con tanto ímpetu y deseo. Se la metió entera en varias ocasiones. Su lengua acariciaba todo el grosor de mi pene. Su mano me acariciaba los huevos que poco a poco también se iban endureciendo. Me corrí en su boca. Ella me la lamió hasta el final. Estaba dominada por la situación. No la había visto así en los meses que llevaba con ella. No esperamos a que acabara el espectáculo. Nos fuimos a casa a disfrutar de nuestro propio show.
2 comentarios:
:DD
Yo también tengo ganas de ir al Bagdad, me da mucho morbo!!
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