viernes, 20 de abril de 2007

Camino de Nueva York


Mañana tomo el avión. Llegó el día. Estas últimas semanas he tomado algunas decisiones importantes; voy quemando etapas. Siempre he sido de los que llegan tarde en la vida, pero últimamente me estoy poniendo al día. A mi regreso de Nueva York, os explicaré algunos cambios. Eso será aproximadamente de aquí a un mes. Hasta entonces espero que disfrutéis de la vida cada día. Besos y abrazos a tod@s. Un placer.
PD: uno de los cambios sí que os lo puedo adelantar: desde ayer y hasta el próximo 19 de abril, tengo 36 años.

"Ciudad de cristal" de Paul Auster

"Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él. Mucho más tarde, cuando pudo pensar en las cosas que le sucedieron, llegaría a la conclusión de que nada era real excepto el azar. Pero eso fue mucho más tarde. Al principio, no había más que el suceso y sus consecuencias. Si hubiera podido ser diferente o si todo estaba predeterminado desde que la primera palabra salió de la boca del desconocido, no es la cuestión. La cuestión es la historia misma, y si significa algo o no significa nada no es la historia quien ha de decirlo."

domingo, 15 de abril de 2007


"La vida no se mide por las veces que respiras,
sino por los momentos en que te quedas sin aliento."

"Ella y la orgía perpetua" de Ana Muñoz de la Torre



Felicidades Ella. Espero que sea un éxito y que le sigan más. Besos.

"Ventanas de Manhattan" de Antonio Muñoz Molina

"La ventana daba a un patio interior grande, oscuro, con ventiladores y máquinas que rugían, con muros de ladrillo negros de hollín, con otras ventanas que pertenecían a habitaciones idénticas, con los cristales ligeramente opacos de mugre, algunas de ellas iluminadas cuando caía la noche, mostrando la presencia fugaz y lejana de alguien, el interior de una habitación exactamente igual a al mía. Había muchos pisos por encima, y no se vislumbraba el cielo. En el silencio se escuchaban a veces pasos y voces en los corredores del hotel, voces en inglés de las películas o los anuncios de la televisión en las habitaciones contiguas. Pero nunca había silencio en realidad, sino un rumor continuo y poderosos que no se amortiguaba, que resaltaba más de noche, cuando me despertaba con un sobresalto por culpa del cambio de hora y me decía incrédulamente a mí mismo que estaba en Nueva York, en un hotel del corazón de Manhattan."

viernes, 13 de abril de 2007

"En la ciudad"


ELLA: Qué frío, ¿eh?
ÉL: Sí.
ELLA: Toma.

(PAUSA)
ÉL: ¿Sois muchos en el piso?
ELLA: No, tres.

(PAUSA)
ELLA: ¿Me das un ratito?
ÉL: ¿Para qué?
ELLA: Tú no te has corrido, ¿no?
ÉL: Umm...no....no sé, no pasa nada, ¿no?
ELLA: Ya, pero...
ÉL: No, quiero decir, que pasa a veces, ¿no? Si estás estresado, o si estás cansado, o...
ELLA: O...
ÉL: ¿Eh? O, eso...
ELLA: O estás más aquí que aquí.
ÉL: ¿Tú crees?
ELLA: No sé...sí. Debes ser una persona introvertida, perfeccionista, orgullosa, aunque te cueste reconocerlo. Seguro que eres de los que nunca baila, siempre con la copa en la mano...
ÉL: Eeeh...

ELLA: Eres un buen partido; tienes una buena moto.
(PAUSA)
ELLA: ¿Vamos a cenar? Hay un mexicano aquí abajo: muy rico.
ÉL: Me encantaría pero no puedo.

ELLA: ¿Te están esperando en casa?
ÉL: Supongo...No sé.
(PAUSA)
ELLA: No me pidas el teléfono que te lo doy.


"En la ciudad" con guión de Cesc Gay y Tomàs Aragay

viernes, 6 de abril de 2007

“Brooklyn Follies” de Paul Auster

Estaba buscando un sitio tranquilo para morir. Alguien me recomendó Brooklyn, de manera que al día siguiente salí de Westchester y fui para allá a reconocer el terreno. No había vuelto en cincuenta y seis años, y no me acordaba de nada. Mis padres se habían ido de la ciudad cuando yo tenía tres años, pero el instinto me llevó al barrio donde habíamos vivido, arrastrándome como un perro herido al lugar donde nací. Un empleado de una agencia inmobiliaria de la zona me enseñó media docena de pisos en edificios de piedra rojiza, y a última hora de la tarde había alquilado un apartamento de dos habitaciones con jardín en la calle Uno, sólo a media manzana de Prospect Park. No tenía idea de quiénes eran mis vecinos, y no me importaba. Todos trabajaban de nueve a cinco, ninguno tenía hijos, así que en el edificio siempre habría un relativo silencio. Más que nada, eso era lo que buscaba. Un fin silencioso para mi triste y ridícula vida.

miércoles, 4 de abril de 2007

Nena Daconte - "En qué estrella estará"

He creado un ángel verde y gris,
que se pasea de noche,
no lo puedo ver.
Está donde la luz que dicen que hay,
donde terminan los sueños de la realidad,
donde se escapan los niños si no quieres más; donde se ahogan los gritos de mi mitad.

He creado un ángel verde y gris,
a veces le hablo bajito, por si está.
Le busco por la calle al caminar.

A veces le echo de menos si tú no estás,
a veces tengo que hacer de tripas corazón.
A veces tengo que huir, porque no puedo más.

En qué estrella estará,
para cuidar de él.
Me pasaré la vida sin dormir.
En qué estrella estará mi dulce corazón,
por qué me roba la vida, la razón.
Dime quién vendrá a ocupar su lugar,
por qué mis sueños se rompen de golpe.

Donde terminan los sueños de la realidad,
donde se ahogan los gritos de mi mitad.

En qué estrella estará,
para cuidar de él.
Me pasaré la vida sin dormir.
En qué estrella estará mi dulce corazón,
por qué me roba la vida, la razón.
Dime quién vendrá a ocupar su lugar,
por qué mis sueños se rompen de golpe.

En qué estrella estará,
para cuidar de él.
Me pasaré la vida sin dormir.
En qué estrella estará mi dulce corazón,
por qué me roba la vida, la razón.
Dime quién vendrá a ocupar su lugar,
por qué mis sueños se rompen de golpe.

Quiero irme con él

Probablemente estoy
pidiendo demasiado
se me olvidaba que
ya habíamos terminado,
que nunca volverás,
que nunca me quisiste
se me olvidó otra vez
que sólo yo te quise.

"Se me olvidó otro vez" - Autor:Juan Gabriel


Como lágrimas en la lluvia

"Nueva york" de Eduardo Mendoza

"Llegué a Nueva York casi por error. Yo había solicitado un puesto en un organismo internacional, concretamente en las Naciones Unidas, en la creencia de que si lo obtenía podría elegir mi lugar de destino. De haber sido así, probablemente habría optado por Ginebra, con la intención, una vez allí, de abrirme paso hacia París o Roma, dos ciudades que entonces, como ahora, me parecían fascinantes por muchas razones. La verdad es que nunca había pensado que en algún momento de mi vida pudiera irme yo a vivir a Nueva York, aunque siempre he sido persona inquieta, propensa a cambiar de residencia y de oficio con cierta periodicidad y a fabular siempre. Pero, como digo, Nueva York no entraba ni en mis planes ni en mis ensoñaciones. Ni siquiera había pensado visitar esa ciudad como viajero. Más aún: antes de pedir y obtener el puesto en las Naciones Unidas a que me acabo de referir, había escrito una novela, que fue publicada posteriormente y en cuyo desenlace el protagonista, falto de medios y de alternativas, emigraba precisamente a Nueva York. Con esto quiero decir que cuando escribí esas páginas Nueva York era para mí un confín del mundo, el símbolo del destierro y el marco idóneo, por consiguiente, para un desenlace triste. Enfrentado sin embargo a los hechos y falto a mi vez si no de medios sí de alternativas que me ofrecieran el aliciente necesario, decidí hacer de tripas corazón, aceptar el trabajo que me ofrecían en Nueva York y procurarme un traslado a otro sitio lo antes posible. En Nueva York no conocía a nadie y mi falta de interés previo había hecho que mi ignorancia respecto de esa ciudad fuera absoluta. Sólo sabía lo que había oído contar y lo que reiteradamente relataba la prensa: historias de crímenes y violencias. Tampoco sabía o sabía de un modo muy superficial que Nueva York estaba atravesando en esas fechas por una crisis financiera sin precedentes.

Llegué por consiguiente a Nueva York con un montón de tópicos por bagaje. Si hubiese emprendido el viaje unos años más tarde, estos tópicos, sin dejar de serlo, habrían tenido un signo radicalmente distinto. En los años que siguieron a mi llegada, Nueva York superó la crisis y pasó de ser la escoria de las ciudades a ser la ciudad por antonomasia, la ciudad de moda. Yo tuve oportunidad de ser testigo de esta metamorfosis, pero quien espere encontrar en las páginas que siguen una explicación coherente del fenómeno se verá defraudado de plano: ni sé qué pasó ni sé por qué las cosas tomaron ese sesgo y no otro. Cuando llegué a Nueva York había barrios en los que sólo habitaban las ratas. Hoy las celebridades de todo el mundo pagan fortunas por adquirir un apartamento en ese mismo sector. Naturalmente, los que previeron esta evolución con tiempo amasaron verdaderas fortunas. Éste no fue mi caso, como es obvio. Si algo tuve, lo dejé perder. La verdad es que lo que ocurría en Nueva York me resultaba indiferente. Durante dos años no tuve otra idea que salir de allí y removí cielos y tierra para conseguir un traslado a Europa. Cuando por fin llegó ese traslado me di cuenta de que no podía dejar Nueva York. Yo fui el primer sorprendido, pero ante la evidencia no me cupo otra solución que renunciar al traslado, quedarme allí y volver la mirada hacia aquella ciudad que de un modo tan inesperado me había atrapado sin que yo me diera cuenta."

Cine y verité

César Sabater Pérez: el más grande del barrio