sábado, 14 de marzo de 2009



Levanto la cabeza y no reconozco a quién me devuelve la mirada desde el espejo. Ni el agua fría en mi rostro me devuelve aquel que fuí hace tiempo. Ella continua en la cama, aún en la nube de la que me acabo de bajar. Mientras nuestros cuerpos permanecían enlazados, mientras nuestras bocas se exploraban con deliciosas lenguas, mientras nuestros sexos se acariciaban más y más, el mundo era esa cama, el placer eramos nosotros. Una vez perdida la humedad, el sudor, las caricias de nuestras manos, solo existe lo que ya no somos.

5 comentarios:

Lo del Sur dijo...

Inexorablemente el tiempo pasa y consume el vaho de los cristales, seca el sudor de los cuerpos y devuelve las conciencias aletargadas segundos antes. Pero sin ese momento de conciencia de lo que se ha sido y no se es no existiría el momento del placer.

Sin dolor no hay placer, y viceversa.

Un beso.

Anónimo dijo...

Estupenda prosa. Gracias también por la imagen que la acompaña.


Saludos...

Humbert dijo...

lo:
¿por qué?
un beso.

ángel: gracias a ti. un placer.

Lo del Sur dijo...

Ya no es algo meramente literario, es algo físico, científico...supongo que los ya abotargados sadomasoquistas amantes de las flagelaciones sufren la polaridad más extrema de este caso de nuestra propia naturaleza.
Nuestro cuerpo está lleno de receptores y vías nerviosas que llevan al cerebro las distintas conformaciones, la verdad es que es una manera muy resumida, pero no quisiera aburrir y dejar ver que me estudié bien la lección ese día...así que lo dejaré así.

Humbert dijo...

lo: siempre ha sido físico, psiquico, personal...con un punto.
o tres.