viernes, 28 de julio de 2006



"Necesitas mucha pasión en la vida,
porque todo lo que hagas con placer,
lo harás bien"

Juan Manuel Fangio

viernes, 21 de julio de 2006

Diario de una ninfomana - Valérie Tasso

Perdí mi virginidad un 17 de julio de 1984, a las 02.46.50 de la madrugada. A los quince años, un momento así no se puede olvidar nunca.
Pasó durante unas vacaciones en la casa de la abuela de mi amiga Emma, en un pueblo de montaña.
Enseguida me encantó aquel lugar, que olía a eternidad, y el grupo de chicos con quien salíamos. Pero sólo uno me había llamado la atención: Edouard.
La casa de la abuela tenía un jardín precioso y estaba situada justo al lado de un pequeño río que daba frescura al ambiente veraniego. Enfrente había un campo con hierba de más de un metro de altura, propia de los lugares donde suele llover mucho. Emma y yo pasábamos tardes enteras escondidas allí, acostadas, charlando con los chicos, y aplastando la hierba con el peso de nuestros cuerpos, hinchados por la pubertad. Por la noche, escalábamos los muros de la casa para volver a juntarnos con los chicos y flirtear.
Nunca le dije nada a Emma de lo sucedido. Una noche Edouard me llevó a su casa. Me acuerdo que no sentí nada, sólo una inmensa vergüenza por no haber sangrado, a la vez que esa extraña sensación de haberme hecho pipí en la cama. Me fui de su casa camuflada por el ruido de la cadena del baño, de la que había tirado para disimular mis pasos en la escalera.

martes, 18 de julio de 2006

Necesidades

No me gusta seguir las modas, pero en este caso no puedo evitarlo. Mejor dicho, no quiero evitarlo. Eva Longoria está de moda y me ha cautivado con esa sonrisa. Necesitaba esa sonrisa. Cada día tendrían que sonreirnos así: los días serían mucho mejores rodeados de sonrisas como ésta.

viernes, 14 de julio de 2006

Ligeros libertinajes sabáticos – Mercedes Abad


“Malos tiempos para el absurdo o Las delicias de Onán”

Todos recordaron durante mucho tiempo la conmoción que causó aquel acontecimiento, cuyo eco fue ampliado hasta la náusea por la prensa amarilla. Las opiniones se dividieron rápidamente en dos facciones opuestas. La primera condenaba a Bernabé Lahiguera mientras la segunda intentaba tener en cuenta las absurdas circunstancias en las que se produjo la muerte de Dolores de la Borbolla.
La mayoría de las personas que aseguran tener una dosis suficiente de sentido común –sin mencionar siquiera una cuestión tan necesaria en estos casos como el sentido del humor- no se preguntaron cómo puede razonablemente alojarse un tapón de champagne en una cavidad vaginal. Estaban convencidos de que se trataba de un caso claro de asesinato. Tras violación, naturalmente. Y todo dentro de los imprevisibles cauces de la lógica. Pero la vida no tuvo el buen gusto de detenerse ante semejante hipertrofia de consideraciones lógicas.

martes, 11 de julio de 2006



"Hay dos tragedias en la vida:
una es no conseguir lo que se desea.
La otra es conseguirlo."

Oscar Wilde

martes, 4 de julio de 2006

Sabías…

Sabías que a esas horas no había nadie en la piscina climatizada. Sabías que no me negaría si me lo pedías con esa mirada. Desde que nos habíamos reencontrado en la playa esa tarde, no paraste de jugar conmigo. Sabías que, aunque yo fuera el mayor, tú tenías el control. Sabías que lo que pasara esa noche, lo decidías tú. Con dos rápidos movimientos de tus manos la camiseta y la faldita que te cubrían cayeron al suelo, dejándome contemplar de nuevo tu cuerpo, que el bikini no hacía más que realzar. Te zambulliste en las negras aguas a oscuras. Solo un gran ventanal dejaba entrar el reflejo de las luces de la calle. Distes unas brazadas mientras yo te contemplaba. Sabías que te miraba. Eso te gustaba. Eso me excitaba. El rumor del agua era lo único que se escuchaba. Alcanzaste la escalera y tu cuerpo emergió del agua. Me sonreíste y corriste a abrazarme, mojándome la ropa con el agua que te cubría. Te pusiste de puntillas para que tus labios humedecieran los míos, mientras tu fría y mojada mano me acariciaba la nuca, produciendo el efecto contrario al que se supone tiene el agua fría. Mis manos bajaron acariciando tus costados hasta alcanzar los lazos que sujetaban la braguita de tu bikini. Éste cayó al suelo dejando al descubierto tu hermoso y suave pubis.