lunes, 24 de abril de 2006

Un día sin sonreír, es un día perdido.

Se me hace difícil, pero tengo que hacerlo. No es mi intención dejar de postear ni dejar de visitar vuestras casas, pero ahora mismo, por ritmo de trabajo, y más adelante, por unas merecidas vacaciones que necesito tomar, me es imposible seguir con este blog. Espero volver el quince de mayo. Sed felices. Besos y abrazos a tod@s.

domingo, 23 de abril de 2006

viernes, 21 de abril de 2006

Memoria de mis putas tristes - Gabriel García Márquez

"El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen. Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenía una novedad disponible. Nunca sucumbí a ésa ni a ninguna de sus muchas tentaciones obscenas, pero ella no creía en la pureza de de mis principios. También la moral es un asunto de tiempo, decía, con una sonrisa maligna, ya lo verás. Era algo menor que yo, y no sabía de ella desde hacía tantos años que bien podía haber muerto. Pero al primer timbrazo reconocí la voz en el teléfono, y le disparé sin preámbulos:
- Hoy sí."

miércoles, 19 de abril de 2006

35

No soy muy partidario de este tipo de celebraciones, pero dado el carácter personal que esta tomando últimamente este blog, y coincidiendo en que es un número redondo, me ha parecido adecuado aportar este dato sobre mí: hoy cumplo treinta y cinco años. Una vez escritos me parecen muchos, pero puedo asegurar que han pasado como un suspiro. A esta edad tendría que tener muchas cosas resueltas, pero no es el caso. Si hago un balance de mi vida, tengo importantes temas pendientes: no tengo casa propia, ni pareja con quién compartirla; no he estado en un mismo trabajo más de cuatro años, siempre buscando uno que me llenara por completo; no me siento orgulloso de mi mismo, pero tengo la esperanza de que algún día sí lo esté. Y eso es lo que me mueve en este mundo: la ilusión de conseguir aquello que deseo, de compartirlo con la mujer de mi vida, de ser yo mismo y estar satisfecho de ello. Quizás sea pedir mucho, pero treinta y cinco no se hacen cada día.

domingo, 16 de abril de 2006

"El sátiro" de R.Zabaleta


"Sus gustos eran simples: comida, bebida, mujeres y libros. ¡Y un baño privado! de eso no podía prescindir."

"Trópico de cáncer" Henry Miller.

martes, 11 de abril de 2006

La flaqueza del bolchevique - Lorenzo Silva

Era lunes y como todos los lunes el alma me pesaba ahí mismo, abajo del saquito de los cojones. Una tarde pensé que el alma era una tercera bola que llevaba ahí colgando y que me servía tan poco como me servían las otras dos. Desde entonces, cuando es lunes y el alma me pesa, siento ese bulto y esa carga abajo del todo, peleando con la tela elástica del slip.

Yo no fui siempre un tipo con el alma entre los cojones. Durante bastantes años ni siquiera decía palabrotas, y hasta utilicé durante otros muchos un vocabulario abundante y selecto. Ahora he decidido que la vida no merece arriba de quinientas palabras y que las más a propósito son palabrotas, pero no es que nunca haya pasado de aquí, sino que he llegado aquí. Muchos capullos se atascan donde yo estoy ahora al poco de nacer y se quedan aquí para siempre. Yo he venido hasta aquí pasando por otros sitios antes, y algunos de ellos olían bastante mejor, aunque nunca duró demasiado. Puede parecer que más habría valido ser desde el principio uno de esos capullos que no ven mundo ni conocen otros sitios que huelen mejor. Y a mí me lo parece. Si toda mi vida hubiera sido un capullo ahora estaría contento, y no acordándome de que aquel día era lunes y el alma me pesaba encima del slip.

domingo, 9 de abril de 2006

"Una de las supersticiones del ser humano
es creer que la virginidad es una virtud"

François Marie Arouet (Voltaire)

jueves, 6 de abril de 2006

Piso nuevo

Llego al portal y vuelvo a mirar el SMS. Levanto la vista y busco el 966 en el gran panel del interfono:

- ¿sí?
- ¿Ana? Soy Humbert.


La puerta se abre con un leve zumbido. Salgo del ascensor y miro a un lado y a otro del pasillo. Al final del pasillo de la izquierda veo una luz que se escapa por una puerta entreabierta. Ana me recibe con dos besos.

- pasa, pasa, como si estuvieras en tu casa. No es muy grande pero para mí sola es suficiente. Ves, este es el comedor, con la cocina americana. En esta habitación tengo montado mi pequeño estudio. Este es el baño y este el dormitorio. El piso se ve rápido. Bueno, dime ¿qué te parece?

- Me gusta. Y además es tuyo. Bueno tuyo y del banco. Ten, he traído un par de botellas de Enate para la cena, que se que te gusta. Y seguro que al David y la Mar, también. Por cierto, ¿no han llegado todavía?


Ana desvía un momento la mirada y percibo una leve rojez que llegar a sus mejillas. Sus ojos me vuelven a mirar:

- Es que Mar me ha llamado para decirme que no podían venir hoy. Al final no han podido dejar al David pequeño con la abuela. Me han dicho que ya vendrán otro día a ver el piso. Estaremos tú y yo solos. ¿Te importa?

Sé que es mentira. Y ella sabe que yo sé que es mentira, pero los dos seguimos con el juego: “pues claro que no. Casi mejor. Así tocamos a más.” Ese “así tocamos a más” me ha salido con los labios esbozando una media sonrisa y en un tono de voz que no quiero que deje lugar a dudas de la doble intención de la frase.

Nos sentamos a la mesa donde había preparado un pica-pica con jamón, queso, tortilla de patatas y croquetas. Abrimos una de las botellas de vino y empezamos una conversación sobre el nuevo piso, sobre el traslado de los muebles, que si los vecinos habían sido muy amables, que si hay que ver que bonita que era la piscina, que en verano viniera cuando quisiera a bañarme, que ella encantada, que si me agobiaba mucho el nuevo trabajo, que si me iba a quedar muchos días, que si hay que ver lo que han cambiado de costumbres el David y la Mar por culpa del niño, que qué grande que se estaba haciendo, que si en la tienda ahora estaban con poco trabajo, que a ver cuando me pasaba a ver las cosas que tenían…

La botella de vino se acabó. Abrimos la segunda y nos sentamos en el sofá: “Lo siento pero no he comprado nada de postre” se excuso Ana. “¿Seguro que no tenías previsto nada de postre?” Los colores volvieron a subir a sus mejillas. Ella se dio cuenta. “Uff! Hay que ver como sube el vino ¿no?”. Volvió a desviar la mirada. Con mis dedos por debajo de su barbilla levanté su cabeza hasta que volvió a mirarme. “No creo que el vino tenga mucho que ver en esto” dije mientras pasaba mi mano por detrás de su cuello, acercando su cabeza a la mía. Nos besamos. Ella se dejo llevar, para después tomar la iniciativa. En realidad, la iniciativa había sido suya, invitándome a cenar con la excusa de estrenar la nueva casa, y con la coartada de nuestros amigos. Lo único que estaba haciendo era retomar el mando de la situación.

La ropa tardo poco en estar tirada por el suelo, y nosotros tirados en la alfombra. Nuestros cuerpos desnudos se dejaban explorar por las manos del otro. Mientras ella me acariciaba la espalda, incluyendo dónde esta deja de llamarse así, yo volvía a tener una mano en su nuca mientras la otra acariciaba uno de sus pechos. Siempre me habían gustado esos pechos. De una forma perfecta, se dejaban entrever, en más de una ocasión, bajo esas blusas que solía utilizar sin sujetador. Nuestros sexos se rozaban a cada movimiento de nuestros cuerpos. El mío ya del todo duro, y el suyo humedeciendo el mío a cada roce. Su mano dejó mi culo para acariciar mi pene, subiendo y bajando sus dedos por toda su extensión. Lo acercó a la entrada de su coño y con un movimiento de cadera ya lo tenía dentro. Nuestras lenguas no dejaban de entrelazarse mientras su cadera iba adelante y atrás.

La tumbé sobre su espalda. Ella se apoyó en sus codos para mantener su cuerpo elevado, mientras que ahora era yo el que se movía para follarla una y otra vez. Nuestras frentes sudorosas se apoyaban una en la otra, mientras nos resistíamos a besarnos. Ese deseo contenido de besarnos aun hacía más intenso el contacto de nuestros sexos. Noté como sus jadeos se aceleraban y sus jugos resbalaban por los labios de su sexo. Mi polla empezó a dar espasmo justo antes de dejar escapar mi semen dentro de ella. Y fue entonces cuando nos besamos de nuevo. “Ya hemos estrenado el comedor, pero aún nos quedan habitaciones” me dijo.

La cogí en brazos y así, desnudos, la lleve hasta el dormitorio. La cama era grande, de esas tipo japonés, muy bajas, y presidiendo la habitación, una gran reproducción del fresco de la creación de Miguel Ángel. ”Ahora me parezco bastante a Adán” le dije señalando con la cabeza mi flácido pene. “Si pero él aún no tenía a su Eva, como tú ahora.” La deje sobre la cama, quedándose ella de rodillas y yo de pie. Empezó a acariciarme de nuevo la polla. Ésta no tardo en reaccionar a esos estímulos manuales. Antes de que volviera a elevarse totalmente, se la metió en la boca y empezó a jugar con su lengua. Sus manos apretaban mis glúteos, que a la vez también estaban apretados, debido a la posición adelantada de mi cadera, que le ofrecía aún más mi sexo. Mi polla alcanzó enseguida su tamaño máximo en el interior de su boca. Ella la sacó y levantándola un poco, se puso a lamer mis huevos. Los beso, y recorriendo de nuevo mi pene con su lengua, volvió a metérselo en la boca. No hacía mucho que me había corrido, pero si ella continuaba así, no tardaría en volver a hacerlo. Acaricié su pelo y suavemente, con mis dos manos sujetándole la cabeza, la aparte de mi sexo. La tumbé sobre la cama y fui besándola por todo el cuerpo, descendiendo hasta llegar a su sexo. Ella ya me esperaba con las piernas abiertas, incluso elevándose un poco, para ofrecerme unos rosados y húmedos labios. Empecé a pasar mi lengua por esos labios, a la vez que mis manos pasaban por debajo de su cuerpo, sosteniendo en ellas su culo, manteniendo esa mínima elevación de su cadera. Noté como ella se dejaba ir por el placer, relajando todos sus músculos. Mi lengua penetraba, cada vez, un poco más en su interior con cada lametazo. Dejé caer su culo sobre las suaves sabanas para, con mis manos, poder abrir un poco los labios de su sexo. Su clítoris se me presentó duro y excitado. Solo pasar la yema de mi dedo sobre él, le producía convulsiones por todo su cuerpo. Sus fluidos llegaban con mayor intensidad a mis labios. Así tumbada, con la cabeza ladeada, los ojos cerrados, y abandonada al placer, volví a penetrarla, sujetándole las piernas en alto a la vez que con mis pulgares le acariciaba la oquedad de la parte posterior de sus rodillas. Con sus manos se acariciaba sus propios senos, que se movían al ritmo de mis envestidas. Me volví a correr dentro de ella, para después dejarme caer a su lado. El vino y el sexo había dejado nuestros cuerpos con ganas de cama, pero solo para dormir. El resto de habitaciones tendrían que esperar a la mañana siguiente.

miércoles, 5 de abril de 2006

Buscando Lolita

Una bloggera me ha dicho: "Mr. Humbert, te estoy empezando a poner la cara de James Mason...", lo que me ha hecho pensar en el casting de las dos versiones cinematográficas del clásico de Nabokov:
en 1962, Stanley Kubrick eligió a James Mason y a Sue Lyon,
y en 1997, Adrian Lyne eligió a Jeremy Irons y a Dominique Swain.
Ya puesto en castings, para una versión española del libro de Nabokov, hay una serie de actrices que podrían haber encarnado a Lolita en algún momento de su carrera (de hecho alguna ya ha interpretado papeles parecidos):
 
Ingrid Rubio

Elena Anaya
 
Maria Valverde
 
Aida Folch

Irene Montalà
 
Cristina Brondo
Yo me reservo el papel de Mr. Humbert. Para el papel de Lolita, ¿alguna candidata más? Acepto sugerencias de cualquier nacionalidad y época, como por ejemplo...
 
Natalie Portman

Jodie Foster
 
Melanie Griffith
 
Natassja Kinski

domingo, 2 de abril de 2006

"Las experiencias más importantes del hombre
son aquellas que lo llevan al límite."

Marqués de Sade