Llego al portal y vuelvo a mirar el SMS. Levanto la vista y busco el 966 en el gran panel del interfono:
- ¿sí?
- ¿Ana? Soy Humbert.
La puerta se abre con un leve zumbido. Salgo del ascensor y miro a un lado y a otro del pasillo. Al final del pasillo de la izquierda veo una luz que se escapa por una puerta entreabierta. Ana me recibe con dos besos.
- pasa, pasa, como si estuvieras en tu casa. No es muy grande pero para mí sola es suficiente. Ves, este es el comedor, con la cocina americana. En esta habitación tengo montado mi pequeño estudio. Este es el baño y este el dormitorio. El piso se ve rápido. Bueno, dime ¿qué te parece?
- Me gusta. Y además es tuyo. Bueno tuyo y del banco. Ten, he traído un par de botellas de Enate para la cena, que se que te gusta. Y seguro que al David y la Mar, también. Por cierto, ¿no han llegado todavía?
Ana desvía un momento la mirada y percibo una leve rojez que llegar a sus mejillas. Sus ojos me vuelven a mirar:
- Es que Mar me ha llamado para decirme que no podían venir hoy. Al final no han podido dejar al David pequeño con la abuela. Me han dicho que ya vendrán otro día a ver el piso. Estaremos tú y yo solos. ¿Te importa?
Sé que es mentira. Y ella sabe que yo sé que es mentira, pero los dos seguimos con el juego: “pues claro que no. Casi mejor. Así tocamos a más.” Ese “así tocamos a más” me ha salido con los labios esbozando una media sonrisa y en un tono de voz que no quiero que deje lugar a dudas de la doble intención de la frase.
Nos sentamos a la mesa donde había preparado un pica-pica con jamón, queso, tortilla de patatas y croquetas. Abrimos una de las botellas de vino y empezamos una conversación sobre el nuevo piso, sobre el traslado de los muebles, que si los vecinos habían sido muy amables, que si hay que ver que bonita que era la piscina, que en verano viniera cuando quisiera a bañarme, que ella encantada, que si me agobiaba mucho el nuevo trabajo, que si me iba a quedar muchos días, que si hay que ver lo que han cambiado de costumbres el David y la Mar por culpa del niño, que qué grande que se estaba haciendo, que si en la tienda ahora estaban con poco trabajo, que a ver cuando me pasaba a ver las cosas que tenían…
La botella de vino se acabó. Abrimos la segunda y nos sentamos en el sofá: “Lo siento pero no he comprado nada de postre” se excuso Ana. “¿Seguro que no tenías previsto nada de postre?” Los colores volvieron a subir a sus mejillas. Ella se dio cuenta. “Uff! Hay que ver como sube el vino ¿no?”. Volvió a desviar la mirada. Con mis dedos por debajo de su barbilla levanté su cabeza hasta que volvió a mirarme. “No creo que el vino tenga mucho que ver en esto” dije mientras pasaba mi mano por detrás de su cuello, acercando su cabeza a la mía. Nos besamos. Ella se dejo llevar, para después tomar la iniciativa. En realidad, la iniciativa había sido suya, invitándome a cenar con la excusa de estrenar la nueva casa, y con la coartada de nuestros amigos. Lo único que estaba haciendo era retomar el mando de la situación.
La ropa tardo poco en estar tirada por el suelo, y nosotros tirados en la alfombra. Nuestros cuerpos desnudos se dejaban explorar por las manos del otro. Mientras ella me acariciaba la espalda, incluyendo dónde esta deja de llamarse así, yo volvía a tener una mano en su nuca mientras la otra acariciaba uno de sus pechos. Siempre me habían gustado esos pechos. De una forma perfecta, se dejaban entrever, en más de una ocasión, bajo esas blusas que solía utilizar sin sujetador. Nuestros sexos se rozaban a cada movimiento de nuestros cuerpos. El mío ya del todo duro, y el suyo humedeciendo el mío a cada roce. Su mano dejó mi culo para acariciar mi pene, subiendo y bajando sus dedos por toda su extensión. Lo acercó a la entrada de su coño y con un movimiento de cadera ya lo tenía dentro. Nuestras lenguas no dejaban de entrelazarse mientras su cadera iba adelante y atrás.
La tumbé sobre su espalda. Ella se apoyó en sus codos para mantener su cuerpo elevado, mientras que ahora era yo el que se movía para follarla una y otra vez. Nuestras frentes sudorosas se apoyaban una en la otra, mientras nos resistíamos a besarnos. Ese deseo contenido de besarnos aun hacía más intenso el contacto de nuestros sexos. Noté como sus jadeos se aceleraban y sus jugos resbalaban por los labios de su sexo. Mi polla empezó a dar espasmo justo antes de dejar escapar mi semen dentro de ella. Y fue entonces cuando nos besamos de nuevo. “Ya hemos estrenado el comedor, pero aún nos quedan habitaciones” me dijo.
La cogí en brazos y así, desnudos, la lleve hasta el dormitorio. La cama era grande, de esas tipo japonés, muy bajas, y presidiendo la habitación, una gran reproducción del fresco de la creación de Miguel Ángel. ”Ahora me parezco bastante a Adán” le dije señalando con la cabeza mi flácido pene. “Si pero él aún no tenía a su Eva, como tú ahora.” La deje sobre la cama, quedándose ella de rodillas y yo de pie. Empezó a acariciarme de nuevo la polla. Ésta no tardo en reaccionar a esos estímulos manuales. Antes de que volviera a elevarse totalmente, se la metió en la boca y empezó a jugar con su lengua. Sus manos apretaban mis glúteos, que a la vez también estaban apretados, debido a la posición adelantada de mi cadera, que le ofrecía aún más mi sexo. Mi polla alcanzó enseguida su tamaño máximo en el interior de su boca. Ella la sacó y levantándola un poco, se puso a lamer mis huevos. Los beso, y recorriendo de nuevo mi pene con su lengua, volvió a metérselo en la boca. No hacía mucho que me había corrido, pero si ella continuaba así, no tardaría en volver a hacerlo. Acaricié su pelo y suavemente, con mis dos manos sujetándole la cabeza, la aparte de mi sexo. La tumbé sobre la cama y fui besándola por todo el cuerpo, descendiendo hasta llegar a su sexo. Ella ya me esperaba con las piernas abiertas, incluso elevándose un poco, para ofrecerme unos rosados y húmedos labios. Empecé a pasar mi lengua por esos labios, a la vez que mis manos pasaban por debajo de su cuerpo, sosteniendo en ellas su culo, manteniendo esa mínima elevación de su cadera. Noté como ella se dejaba ir por el placer, relajando todos sus músculos. Mi lengua penetraba, cada vez, un poco más en su interior con cada lametazo. Dejé caer su culo sobre las suaves sabanas para, con mis manos, poder abrir un poco los labios de su sexo. Su clítoris se me presentó duro y excitado. Solo pasar la yema de mi dedo sobre él, le producía convulsiones por todo su cuerpo. Sus fluidos llegaban con mayor intensidad a mis labios. Así tumbada, con la cabeza ladeada, los ojos cerrados, y abandonada al placer, volví a penetrarla, sujetándole las piernas en alto a la vez que con mis pulgares le acariciaba la oquedad de la parte posterior de sus rodillas. Con sus manos se acariciaba sus propios senos, que se movían al ritmo de mis envestidas. Me volví a correr dentro de ella, para después dejarme caer a su lado. El vino y el sexo había dejado nuestros cuerpos con ganas de cama, pero solo para dormir. El resto de habitaciones tendrían que esperar a la mañana siguiente.
- ¿sí?
- ¿Ana? Soy Humbert.
La puerta se abre con un leve zumbido. Salgo del ascensor y miro a un lado y a otro del pasillo. Al final del pasillo de la izquierda veo una luz que se escapa por una puerta entreabierta. Ana me recibe con dos besos.
- pasa, pasa, como si estuvieras en tu casa. No es muy grande pero para mí sola es suficiente. Ves, este es el comedor, con la cocina americana. En esta habitación tengo montado mi pequeño estudio. Este es el baño y este el dormitorio. El piso se ve rápido. Bueno, dime ¿qué te parece?
- Me gusta. Y además es tuyo. Bueno tuyo y del banco. Ten, he traído un par de botellas de Enate para la cena, que se que te gusta. Y seguro que al David y la Mar, también. Por cierto, ¿no han llegado todavía?
Ana desvía un momento la mirada y percibo una leve rojez que llegar a sus mejillas. Sus ojos me vuelven a mirar:
- Es que Mar me ha llamado para decirme que no podían venir hoy. Al final no han podido dejar al David pequeño con la abuela. Me han dicho que ya vendrán otro día a ver el piso. Estaremos tú y yo solos. ¿Te importa?
Sé que es mentira. Y ella sabe que yo sé que es mentira, pero los dos seguimos con el juego: “pues claro que no. Casi mejor. Así tocamos a más.” Ese “así tocamos a más” me ha salido con los labios esbozando una media sonrisa y en un tono de voz que no quiero que deje lugar a dudas de la doble intención de la frase.
Nos sentamos a la mesa donde había preparado un pica-pica con jamón, queso, tortilla de patatas y croquetas. Abrimos una de las botellas de vino y empezamos una conversación sobre el nuevo piso, sobre el traslado de los muebles, que si los vecinos habían sido muy amables, que si hay que ver que bonita que era la piscina, que en verano viniera cuando quisiera a bañarme, que ella encantada, que si me agobiaba mucho el nuevo trabajo, que si me iba a quedar muchos días, que si hay que ver lo que han cambiado de costumbres el David y la Mar por culpa del niño, que qué grande que se estaba haciendo, que si en la tienda ahora estaban con poco trabajo, que a ver cuando me pasaba a ver las cosas que tenían…
La botella de vino se acabó. Abrimos la segunda y nos sentamos en el sofá: “Lo siento pero no he comprado nada de postre” se excuso Ana. “¿Seguro que no tenías previsto nada de postre?” Los colores volvieron a subir a sus mejillas. Ella se dio cuenta. “Uff! Hay que ver como sube el vino ¿no?”. Volvió a desviar la mirada. Con mis dedos por debajo de su barbilla levanté su cabeza hasta que volvió a mirarme. “No creo que el vino tenga mucho que ver en esto” dije mientras pasaba mi mano por detrás de su cuello, acercando su cabeza a la mía. Nos besamos. Ella se dejo llevar, para después tomar la iniciativa. En realidad, la iniciativa había sido suya, invitándome a cenar con la excusa de estrenar la nueva casa, y con la coartada de nuestros amigos. Lo único que estaba haciendo era retomar el mando de la situación.
La ropa tardo poco en estar tirada por el suelo, y nosotros tirados en la alfombra. Nuestros cuerpos desnudos se dejaban explorar por las manos del otro. Mientras ella me acariciaba la espalda, incluyendo dónde esta deja de llamarse así, yo volvía a tener una mano en su nuca mientras la otra acariciaba uno de sus pechos. Siempre me habían gustado esos pechos. De una forma perfecta, se dejaban entrever, en más de una ocasión, bajo esas blusas que solía utilizar sin sujetador. Nuestros sexos se rozaban a cada movimiento de nuestros cuerpos. El mío ya del todo duro, y el suyo humedeciendo el mío a cada roce. Su mano dejó mi culo para acariciar mi pene, subiendo y bajando sus dedos por toda su extensión. Lo acercó a la entrada de su coño y con un movimiento de cadera ya lo tenía dentro. Nuestras lenguas no dejaban de entrelazarse mientras su cadera iba adelante y atrás.
La tumbé sobre su espalda. Ella se apoyó en sus codos para mantener su cuerpo elevado, mientras que ahora era yo el que se movía para follarla una y otra vez. Nuestras frentes sudorosas se apoyaban una en la otra, mientras nos resistíamos a besarnos. Ese deseo contenido de besarnos aun hacía más intenso el contacto de nuestros sexos. Noté como sus jadeos se aceleraban y sus jugos resbalaban por los labios de su sexo. Mi polla empezó a dar espasmo justo antes de dejar escapar mi semen dentro de ella. Y fue entonces cuando nos besamos de nuevo. “Ya hemos estrenado el comedor, pero aún nos quedan habitaciones” me dijo.
La cogí en brazos y así, desnudos, la lleve hasta el dormitorio. La cama era grande, de esas tipo japonés, muy bajas, y presidiendo la habitación, una gran reproducción del fresco de la creación de Miguel Ángel. ”Ahora me parezco bastante a Adán” le dije señalando con la cabeza mi flácido pene. “Si pero él aún no tenía a su Eva, como tú ahora.” La deje sobre la cama, quedándose ella de rodillas y yo de pie. Empezó a acariciarme de nuevo la polla. Ésta no tardo en reaccionar a esos estímulos manuales. Antes de que volviera a elevarse totalmente, se la metió en la boca y empezó a jugar con su lengua. Sus manos apretaban mis glúteos, que a la vez también estaban apretados, debido a la posición adelantada de mi cadera, que le ofrecía aún más mi sexo. Mi polla alcanzó enseguida su tamaño máximo en el interior de su boca. Ella la sacó y levantándola un poco, se puso a lamer mis huevos. Los beso, y recorriendo de nuevo mi pene con su lengua, volvió a metérselo en la boca. No hacía mucho que me había corrido, pero si ella continuaba así, no tardaría en volver a hacerlo. Acaricié su pelo y suavemente, con mis dos manos sujetándole la cabeza, la aparte de mi sexo. La tumbé sobre la cama y fui besándola por todo el cuerpo, descendiendo hasta llegar a su sexo. Ella ya me esperaba con las piernas abiertas, incluso elevándose un poco, para ofrecerme unos rosados y húmedos labios. Empecé a pasar mi lengua por esos labios, a la vez que mis manos pasaban por debajo de su cuerpo, sosteniendo en ellas su culo, manteniendo esa mínima elevación de su cadera. Noté como ella se dejaba ir por el placer, relajando todos sus músculos. Mi lengua penetraba, cada vez, un poco más en su interior con cada lametazo. Dejé caer su culo sobre las suaves sabanas para, con mis manos, poder abrir un poco los labios de su sexo. Su clítoris se me presentó duro y excitado. Solo pasar la yema de mi dedo sobre él, le producía convulsiones por todo su cuerpo. Sus fluidos llegaban con mayor intensidad a mis labios. Así tumbada, con la cabeza ladeada, los ojos cerrados, y abandonada al placer, volví a penetrarla, sujetándole las piernas en alto a la vez que con mis pulgares le acariciaba la oquedad de la parte posterior de sus rodillas. Con sus manos se acariciaba sus propios senos, que se movían al ritmo de mis envestidas. Me volví a correr dentro de ella, para después dejarme caer a su lado. El vino y el sexo había dejado nuestros cuerpos con ganas de cama, pero solo para dormir. El resto de habitaciones tendrían que esperar a la mañana siguiente.
18 comentarios:
Madre mia que intenso! Me alegro me alegro por ti...que esto es de lo mejor que hay en la vida! Un besito Humbert!
Ardiente sin ser obsceno, mides las palabras para que exciten sin ser grotescas, envuelves el vocabulario tabú de tal forma que se cuela en el subconsciente como los mensajes subliminales de publicidad...tu producto, el sexo...tiene una buena salida al mercado...
Un placer, hoy sí.
Me gustó, claro que me gustó...
Suavemente las palpitaciones subieron y bajaron y entonces me dejé acariciar por la noche, sin ti...
mmm sugerente...
Por cierto......
Tú aún no has visto mi pisito... ;-P
:-)
"Abrazándola podía sentir sus pechos erectos clavándose en los míos, quemándome. La suavidad de su espalda resbalaba por mis yemas ávidas de descubrimiento. Sus ojos verdes entreabiertos, sus pestañas a juego con su pelo alborotado, me miraban pero al rato los cerré... le mordí los labios... ¡Qué carnosidad! ¡Cuánta belleza en mi boca! ¡Qué extraña satisfacción corría por mi lengua!
Sus manos nerviosas apretaban mis nalgas y yo indagué en su secreto mojándome los dedos, lamiéndolos para que su jugosa vulva no me sintiera extraña. Al momento, surcando el oleaje cavernoso, dentro de ella, su calor mojado me envolvió abrazándome, recibiéndome. Saboreé poro a poro sus pezones, su vientre, me enamoré de su ombligo y amé su sexo."
Me has gustado.
... Existe algo que fluye en las sensaciones del sexo que casi no percibimos..Esos instantes de miradas, de deseos que muerden el silencio..
Hay instantes que son más sexuales, que el todo o la nada..
Hay fugaces segundos en que la mera excitación de una mirada pone el vello de punta y acelera el ritmo cardiaco hasta elevarlo al orgasmo.
¿ Es este ese instante?
Besos.
Gracias por estar...
Besos
hola gracias por tu visita ya habia pasado anterior mente pero no he dejado commentario aunque soy una muda visitante me gusta tu blog un beso
matkow: sí, de lo mejor. un beso.
froy: creo que entra un poco en el porno...;-) saludos.
sol: lo siento, me perdí :-( lástima que no fuera entre tus piernas. besos.
teatrea: me alegro de que hoy sí. doble placer y un beso.
mar: el juego de la seducción, de la atracción, del sexo. todo tendría que ser un juego. besos.
enigmática: espero que mi recuerdo ayudara en la cálida noche que seguro que pasaste. un placer.
cabaret: espero que loarte se aprovechara de lo que sugirieron mis letras en tu imaginación...;-) un placer.
desmartes: cuando quieras lo estrenamos. un placer.
zinn: ? ;-)
insana: bienvenida y un placer leerte. un dia passaré amb més calma i llegiré atentament el teu blog. m'ha semblat molt personal. petons.
soplandobesos: la carga sexual en el ambiente se podía corta con un cuchillo. casi no nos podíamos mirar a los ojos...hasta que nos desnudamos. besos.
noa: gracias a ti por tus escritos. intentaré pasar más a menudo. un placer, de verdad.
marilu: siempre que quieras. un beso.
Embriagador, cautivador, excitante y muy bien de ritmo.
Felicidades dobles si fue cierto.
Petons de diumenge
ana: puedes creer lo que quieras. por cierto, bello nombre. un placer.
Buena forma de estrenar una casa.
Abrazo desnudo.
ella: lástima que no fuera la mía...aunque todo llegará. un placer.
que pena que sea una casa pequeña y con pocas habitaciones para extrenar ;-)
Espero que repases muchas veces los rincones ;-)
crizti: estrenar solo se puede una vez, recorrer cada rincón se puede hacer muchas veces ;-) un placer.
wOwwww! Estoy conociendo tu blog, me detuve a leer esto y "ohhhh"- Me encanto! Me trajo recuerdos no muy lejanos :)
Besos!
Andrea. Bs As
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