La única forma de cruzar el Yangtzé desde Hankou a Wuchang, en la orilla sur, era con un trasbordador.
Julian bajó balanceándose por la endeble pasarela, y en cuanto sus pies tocaron el suelo apareció un rickshaw frente a él interceptándole el camino. Resonó una larga perorata en chino, mezclada con fragmentos de inglés, pero solo unas pocas palabras le resultaban inteligibles:
-Por favor, señor.
Julian observó al que hablaba. El chico era joven, con un rostro franco y agradable. Pero el rickshaw lanzó un quejido acusador al subirse a bordo. Aquellas débiles tablas no estaban diseñadas para él.
Julian bajó balanceándose por la endeble pasarela, y en cuanto sus pies tocaron el suelo apareció un rickshaw frente a él interceptándole el camino. Resonó una larga perorata en chino, mezclada con fragmentos de inglés, pero solo unas pocas palabras le resultaban inteligibles:
-Por favor, señor.
Julian observó al que hablaba. El chico era joven, con un rostro franco y agradable. Pero el rickshaw lanzó un quejido acusador al subirse a bordo. Aquellas débiles tablas no estaban diseñadas para él.
3 comentarios:
Qué buena pinta..
¿cómo estás, cielo?
Un abrazo.
recién lo empiezo a leer.
estoy, que hay días que no es poco.
un beso.
justo el mismo párrafo que leí ayer.
esperando que no defrauda
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