martes, 27 de septiembre de 2005

Las edades de Lulú - Almudena Grandes

Supongo que puede parecer extraño pero aquella imagen, aquella inocente imagen, resultó al cabo el factor más esclarecedor, el impacto más violento.
Ellos, sus hermosos rostros, flanqueaban a derecha e izquierda al primer actor, a quien ya no pude identificar, tal era la confusión en la que aquella radiante amalgama de cuerpos me había sumido. La carne perfecta, reluciente, parecía hundirse satisfecha en sí misma sin trauma alguno, sujeto y objeto de un placer total, redondo, autónomo, distinto del que sugieren esos anos mezquinos, fruncidos, permanentemente contraídos en una mueca dolorosa e irreparable, tan tristes, pensé entonces.
Ellos se miraban, sonrientes, y miraban la abierta grupa que se les ofrecía. en los bordes, la piel era tensa y rosa, tierna, luminosa y limpia. Antes, alguien había afeitado todo la superficie con mucho cuidado.
Aquella era la primera vez en mi vida que veía un espectáculo semejante. Un hombre, un hombre grande y musculoso, un hombre hermoso, hincado a cuatro patas sobre una mesa, el culo erguido, los muslos separados, esperando. Indefenso, encogido como un perro abandonado, un animalillo suplicante, tembloroso, dispuesto a agradar a cualquier precio. Un perro hundido, que escondía el rostro, no una mujer.



sábado, 24 de septiembre de 2005

de Madrid, al cielo

Dos o tres veces al año, viajo a Madrid por motivos laborales. Una de esas visitas se produce a principios de año, coincidiendo con una feria internacional del sector. Ya hace cuatro años que esa cita es doble: con la feria y con Mónica. Nos conocimos hace cinco años. Ella es andaluza, y creo que no puede haber una mejor representante de la belleza del sur. Cuerpo con curvas, morena de pelo largo y liso, piel canela y una sonrisa que encandila. Ese primer año solo estuvimos tonteando, coqueteando, o como quiera decirse. Yo creo que ese dejar la miel en los labios hizo que al año siguiente no hubiera prácticamente prolegómenos. El primer día de feria ya acabamos juntos en mi habitación de hotel. Porque hasta en eso el destino nos era favorable. Nuestras empresas reservaban el mismo hotel.

Nuestro último encuentro fue en enero de este año. Siempre quedamos en mi habitación. Yo viajo solo, y Mónica comparte la habitación con una compañera del trabajo. A ella le dice que pasa la noche con una antigua amiga suya de facultad que ahora vive en Madrid. Es uno de los pocos datos biográficos que conozco de Mónica. Ni yo ni ella nos hemos explicado nuestras vidas, no sé si tiene novio, esta casada, tiene hermanos....simplemente tenemos una relación sexual una vez al año.

Ella llamó a la puerta de mi habitación. Había cambiado su elegante traje chaqueta y pelo recogido por unos tejanos, una camiseta blanca y el pelo suelto. Nada más cerrarse la puerta nos comimos a besos literalmente. Le encanta mordisquearme los labios, el cuello, y todas las partes de mi cuerpo que puede alcanzar. Acabar en la cama desnudos, fue cosa de minutos. La tendí sobre las sabanas blancas, que aún resaltaban más su color de piel. Me encanta su piel, morena, suave. Me encanta acariciarla, besarla. Empecé por sus brazos, que ella tenía extendidos, sujetándose con sus manos a la cabecera de la cama. Pase suavemente por sus axilas. Note como su cuerpo se tensaba al pasar por la base del pecho. No se lo toque. Baje hasta su ombligo. Con mi lengua hice círculos entorno a él. Ella apretó la cabecera con más fuerza. Deje de lado su sexo, y fui besándole el interior de los muslos. Ella abrió más las piernas, como invitación a comérselo todo. Soltó sus manos de la cabecera para acercar mi cabeza a su húmedo coño. No era todavía el momento. Quería que aquello durara más. Cogí mi corbata de la mesita de noche y la até suavemente a la cabecera de la cama. Ella me miró con cara de desesperación y deseo: “Cómemelo ya”. “Todo a su tiempo”. Antes de volver a sus muslos, pase mi mano suavemente por todo su costado. Podía notar su cuerpo en tensión. Cuando llegue a la cadera, pase mi mano por encima del vello de su sexo, solo acariciando las puntas del vello. Ella giró la cabeza con gesto de placer, mientras cerraba sus ojos. Mis labios se acercaron y mi lengua empezó a lamérselo. Al mismo tiempo con dos dedos, busque su clítoris que ya estaba muy duro. Su respiración se hacía cada vez más rápida. Su excitación era cada vez mayor. Seguí lamiéndola pero al mismo tiempo busque mi polla y empecé a acariciarme. Estaba dura y a punto. Suavemente la penetré. Su vagina estaba caliente y muy húmeda. Nos besamos, nuestras lenguas se cruzaron una y otra vez. Noté como su jugo rodeaba toda mi polla, que seguía follándola. Cada vez más rápido. Acaricié sus hermosos pechos. Con una última envestida me corrí. Le solté las manos, que rápidamente me cogieron del pelo y me estiraron la cabeza hacia atrás. Sus ojos se clavaron en los míos: “todo el año pensando en estos días, y tu aún alargas más la agonía. Eres malo...Te deseo”. Me mordió el cuello y me dejo marcados sus dientes en mi carne.

A la mañana siguiente ella se fue. Por suerte su mordisco quedaba oculto bajo el cuello de la camisa y la corbata. Continuaba sin saber nada de ella a parte de su nombre de pila, la carrera que estudió, la empresa para la que trabajaba y la ciudad donde vive. Pero sabía que el próximo año nos volveríamos a encontrar en una habitación de hotel. En Madrid. Y como dicen: de Madrid al cielo.

lunes, 19 de septiembre de 2005

Benditos malditos VIII - Joaquín Sabina


 

Benditas sean las rubias calentonas
que se bajan las bragas con cualquiera,
las niñeras que salen respondonas
y arrinconan al niño en la escalera,

las enfermeras que suben la fiebre,
las tetas de pezón hospitalario,
los gatos que no dan gato por liebre,
los misterios gozosos del rosario,

los frívolos culitos cariñosos
que perdonan los polvos atrasados
y no juegan a ricos y famosos,

los húmedos chochitos de las putas
que consuelan a más desconsolados
que las madres teresas de calcutas.

Joaquín Sabina - Ciento volando de catorce

si te ha gustado este post, no dejes de visitar la página de angel. gracias por tu visita. yo tambien te sigo. modesto homenaje.

viernes, 16 de septiembre de 2005

Carolina en "Bagdad"

Antes de que llegara el verano, una noche ociosa de martes, Carolina y yo estabamos en el piso, yo escribiendo en el ordenador y ella ojeando un periódico. "Humbert, ¿tu has ido alguna vez al Bagdad?". La pregunta me sorprendió. "Por qué lo preguntas?". "Acabo de ver un anuncio en el periódico: Sala Bagdad. Porno en vivo. Espectáculo impactante...pero no te hagas el remolón. ¿Has ido o no?". "Un par de veces. Dos despedidas de soltero". "¿Y cómo es?", me preguntó con esa voz entre inocente y perversa que tan bien sabía entonar. Me gire hacía ella: "¿Por qué no vamos y lo ves con tus propios ojos?". Ella se puso tensa un momento: "Pero, ¿pueden entrar mujeres?". "Sí, claro". Ví atravesar por sus ojos aquella chispa de curiosidad que tantas veces le había visto. "Venga, vamos". No se si fui yo o ella misma la más sorprendida por las palabras que acababa de pronunciar.

No había mucha gente, dos hombres que por como miraban a su alrededor era la primera vez que entraban en el local, un habitual de la casa al que todos los empleados saludaban, otra pareja, y nosotros. Elegimos sentarnos en los asientos del lateral más alejado de la entrada. Cuando llegamos, en el escenario ya había una pareja haciendo su número. Los dos estaban de rodillas y ella le estaba chupando la polla con verdadero deleite, mostrando su coño a los espectadores a medida que la plataforma circular iba dando vueltas lentamente. Una música de fondo ambientaba la escena.

Carolina se acurrucó en su asiento. No quitaba ojo a la pareja del escenario. Yo en cambio, no podía quitarle ojo a ella. Sus expresiones, su mirada...podía notar su excitación. La pareja del escenario cambio de postura. Ella se tumbó sobre su espalda y él empezó a penetrarla mientras le sujetaba las piernas abiertas en alto. Carolina no perdía detalle. Poco a poco se fue relajando. La pareja volvió a cambiar de postura: ella se puso a cuatro patas y él empezó a sodomizarla. "Sabes, Humbert, nunca he practicado sexo anal". Carolina se estaba sincerando conmigo en medio de un espectáculo porno. Era una situación un poco surrealista. Yo no sabía que decir. Sólo se me ocurrió abrir la boca para soltar: "es una experiencia más en la vida. Ya tendrás tiempo de hacer eso y muchas más cosas. Aún eres joven". La pareja estaba llegando al final del show. Él sacó su polla de la chica y se corrió sobre el culo de ella. "Un aplauso para Bonnie and Clyde" se oyó por los altavoces. Me fije que tirado sobre el escenario había ropa imitando el vestuario de los gangsters de los años 30.

Las cortinas rojas se cerraron mientras preparaban el escenario para la siguiente actuación. "Hay poca gente" me susurró al oído. "Supongo que los fines de semana debe haber más espectadores". "¡Y que cerca estamos del escenario!" Todo en ella era nuevo, una sorpresa excitante. Las cortinas volvieron a abrirse y por los altavoces anunciaron "con ustedes las vampiresas del Bagdad". En el escenario había cinco bellezas en lencería, que ya estaban acariciándose unas a otras, besándose, lamiéndose. Poco a poco se fueron desprendiendo de la poca ropa que aún llevaban, quedándose unicamente con las medias y los zapatos de tacón. No dejaron de acariciarse, besarse, lamerse. Empezaron a introducir sus dedos y sus lenguas en los diferentes coños perfectamente depilados. Todas tenían unos cuerpos espléndidos. Unos pechos deliciosos. Unos culos más que apetecibles. Se pusieron todas en pie y fueron descendiendo del escenario, dirigiéndose a los diferentes espectadores que allí estabamos. Una rubia se acercó a nosotros e inclinándose sobre mí me dijo "¿Quieres que te la chupe un poco?" "¿Me lo prestas preciosa?". Carolina solo llegó a balbucear "Si él quiere..." La rubia me cogió de la mano y me llevó hasta el escenario. Allí estabamos los cinco espectadores convertidos en parte del espectáculo, con los pantalones bajados y con las vampiresas haciéndonos una felación, bajo la atenta mirada de las dos mujeres que habían quedado como público. Me chupaba la polla mirándome a los ojos. Sus manos apretaban mi culo hacía delante, introduciendo mi polla al máximo en su boca. La rubia sabía lo que hacía. Que me mirara a los ojos hacía aumentar el placer de la mamada. Cuando notó que faltaba poco para que me corriera, paró y se levantó. "Cariño, hasta aquí. No quiero sorpresas", y se despidió de mi con un beso en los labios.

"Gracias por participar en nuestro show. Un aplauso para nuestras vampiresas". Los cinco hombres bajamos del escenario mientras cerraban las cortinas. Cuando llegué a mi asiento, Carolina me esperaba ansiosa. "Nunca me lo hubiera imaginado. ¿Te has corrido?" "No. Me ha dejado a medias". Ella acerco su mano a mi entrepierna y noto mi polla, que seguía dura dentro del pantalón. Miró a un lado y a otro, comprobando que gracias a las cortinas del escenario nadie nos podía ver. Sacó mi polla del pantalón y empezó su propio espectáculo. Nunca me la había chupado con tanto ímpetu y deseo. Se la metió entera en varias ocasiones. Su lengua acariciaba todo el grosor de mi pene. Su mano me acariciaba los huevos que poco a poco también se iban endureciendo. Me corrí en su boca. Ella me la lamió hasta el final. Estaba dominada por la situación. No la había visto así en los meses que llevaba con ella. No esperamos a que acabara el espectáculo. Nos fuimos a casa a disfrutar de nuestro propio show.

miércoles, 14 de septiembre de 2005

Si seguimos así...




Si seguimos así, voy a tener que cambiar de categoría el blog de Venganza Morena y pasarlo de disfruto... a ...intimamente. No se pierda su último post. En cualquier caso, visitarlo es siempre un placer.

martes, 13 de septiembre de 2005

Shanghai Baby - Wei Hui

Mi nombre es Nike, pero mis amigos me llaman Cocó (como Cocó Chanel, esa famosa señora francesa que murió a los noventa años, mi ídolo número dos; el número uno es Henry Miller, naturalmente). Cada mañana, al despertar, pienso en qué cosa extraordinaria hacer para llamar la atención de la gente. Me imagino el día en que me elevaré por el cielo de la ciudad estallando en un espléndido ramillete pirotécnico; ése es el único ideal de mi vida, mi única razón de existir."







viernes, 9 de septiembre de 2005

Ella y yo

Ella y yo hemos follado. Y Ella me ha propuesto escribir nuestra experiencia en un post. Escribir ese encuentro desde los dos puntos de vista. Una misma situación, dos versiones. Aquí está el resultado.

Ella

Tengo un blog y coincidí con el antiguo blog de Humbert varias veces. Él entonces no se hacía llamar así,... pero eso es otra historia. Él me buscaba entre mis post, yo le buscaba a Él, jugamos a seducirnos en cada comentario. Después de escribir mis posts me paraba a esperar su comentario. Estaba enganchada, y que fuera un desconocido, lo hacia más interesante. Un día le escribí a su correo en un acto de diversión o de deseo, uno nunca sabe muy bien por que hace ciertas cosas. Obvio que me escribió. Después de varios e-mailes, largas conversaciones en msn y fotos previas, nos encontramos en un café.

Aquella noche no dormí de los nervios. Me corría la sangre a toda velocidad, y la idea de tener una relación con Él, que me había puesto como una moto con sus post, me hacia sudar por dentro. Poco teníamos que decir, solo que nos deseábamos y que nos moríamos por estar juntos. Me encanta seducir, y jugar a ser traviesa, y puta, y Él me deja ese espacio con total confianza. Estaba feliz. No me costo nada sugerirle, mientras le mordía la boca, que fuéramos al baño a empezar nuestro primer polvo. Es sabido que el primero siempre deja bastante que desear así que la excitación del sitio ayudaría a romper el hielo y dejaría paso a un montón de polvos mas a lo largo de … bueno lo que el cuerpo aguantara.

En el baño lo primero que hice fue desnudarme por completo y colgarme a Él todavía vestido. No le di tiempo a nada más que a bajarse la bragueta. Golpeé con mi pie la tapa del baño para que se sentara y empecé a follarle como una loca, no podía más, estaba súper salida, tenia que tranquilizarme. Necesitaba una buena dosis de su polla para seguir después un poco más descargada. El grito de mi corrida llego hasta la puerta del café.

Ni en su casa ni en la mía, a un hotel. Habitación 253, lo tengo grabado en el cerebro. Él, me agarraba la mano y me decía con su mirada que todo estaba bien que ese día había crecido el amor en el mundo y yo le creí. En esa habitación no quedó ni un lugar donde no folláramos ni una postura que no probáramos. Nos adaptábamos perfectamente y mis juegos eróticos le volvían loco. Y a mi Él, que me tocaba, me besaba, me penetraba y me mordía como si me conociera de toda la vida. Pareciera que alguien le hubiera explicado lo que me gustaba y que tenía que accionar para ponerme más y más cachonda.

Ahora estoy mas tranquila y llevo un montón de buen sexo en mi cuerpo. Si me vuelve a subir.... ya se dónde acudir. Y si necesito un amigo, también.


Yo

Hacía meses que había creado un blog, pero no empece a sentir pasión por este formato hasta que descubrí el suyo. Empece a comentar sus posts, y Ella los míos. Estaba fascinado por sus palabras en negrita. Su primer mail me sorprendió. Lo deseaba, pero no dejo de sorprenderme. Después de un tiempo y muchos messengers subidos de tono, decidimos que no podíamos esperar más. Teníamos que conocernos. Cita en una cafetería. Como podría haber quedado con otra amiga. Pero ese encuentro iba a ser diferente. Nos habíamos llegado a conocer muy íntimamente, sin ni siquiera habernos tocado. Hasta en aspectos que nadie más, a parte de nosotros mismos, conocía. Nada más entrar en el café nos besamos con ansia, con desespero. No estuvimos mucho tiempo sentados. “Me muero de ganas de follarte nene. Vamos al baño”.

Me levanté y Ella me siguió. A Ella le gusta llevar la iniciativa, y a mi me encanta que lo haga. Su vestido de tirantes cayó de inmediato al suelo. No llevaba ropa interior. Cogió mi mano y se la acerco al coño. “Nada más verte me he mojado. Esta noche no he podido dormir pensando en ti”. De un empujón me sentó. Yo solo había acertado a bajarme la cremallera de mis pantalones y sacar mi polla. Ella ya estaba sentada encima de mí cabalgando como una loca. Mis manos acariciaron sus pechos. Noté como su pezón se endurecía bajo la yema de mis dedos. Seguro que sus gemidos se debían oír desde fuera, pero nadie entró. Se corrió, y al cabo me corrí yo. Pero Ella no paró de follarme. Estaba poseída por el deseo. Acerco sus labios a mi oreja y después de lamerla con su lengua, empezó a darle ligeros mordiscos que se fueron haciendo cada vez más fuertes. Me corrí dentro de Ella. Por segunda vez. Nuestras lenguas se buscaron con avidez.

La noche fue larga. Aquella habitación de hotel debía haber visto mucho sexo, pero nunca entre dos personas que gozaban tanto la una de la otra.

jueves, 8 de septiembre de 2005

Último día de la exposición de Marta Castro



Los que no han ido todavía a ver la exposición de Marta Castro en la Sala d'Art Jove de Barcelona, tienen de tiempo hasta mañana de 9.00h a 20.00h. Sería una pena que se la perdieran. Yo estuve ayer y disfrute con sus autorretratos. Hay series de fotos estupendas. A Humbert le encanta "el rosa produce ojeras", pero no dejen escapar "las venas de un corazón roto", "cruces" o "topolandia".

Pueden ver más de Marta en su blog dadanoias , incodicional en mis links.

viernes, 2 de septiembre de 2005

Instintos básicos

Aquella noche no teníamos ganas de hacer nada. Los dos en camiseta y ropa interior nos tiramos en el sofá. Ella recostó su cabeza en mi regazo. Yo le acariciaba el pelo mientras con el mando a distancia pasaba de un canal a otro. En un canal programaban “Instinto Básico”, la película protagonizada por Sharon Stone. Avanzada la película llegamos a una escena en la que un encendido Michael Douglas, a falta de poder follarse a Sharon Stone, se va con su ex, una psiquiatra. Nada más entrar en la habitación la empuja contra la pared, le arranca la blusa y el sujetador y la empieza a besar y a acariciar con brusquedad. Le sube la falda y la empuja contra un sofá, rompiéndole las bragas al mismo tiempo que se baja los pantalones. La penetra por detrás sin contemplaciones. La agarra con fuerza por el cuello y empuja su cabeza hacia atrás. Esta completamente dominada por él.

Mi bóxer empezó a dejar intuir la erección que estaba teniendo. Sandra se dio cuenta de la situación. Me miró con ojos de viciosa. No cruzamos ni una palabra. Bajó el elástico de mi bóxer para dejar libre mi polla. La acarició suavemente hasta que llego a su tamaño máximo de erección. Sus labios empezaron a juguetear con ella. La punta de la lengua salía de su boca para ir humedeciendo mi capullo. La película seguía en la televisión pero ya no le prestábamos atención. La cogí por los brazos y la deje sobre la alfombra a cuatro patas. Ella se quito la camiseta mientras yo le bajaba el coulotte. La penetré con fuerza, sujetándola por encima de sus hombros para profundizar todo lo posible con mi polla en su vagina. Con cada penetración Sandra soltaba un gemido, entre placer y dolor. Metí mi dedo índice en su boca. Ella lo chupo moviéndolo de un lado a otro de la boca con su lengua. Así lubrificado empecé a trazar círculos en el esfínter de su culo, sin dejar de penetrarla. Podía ver como poco a poco el camino se iba abriendo. Introduje mi dedo y empecé a follarla con él. Cada vez dilataba más. Ahora ya podía meterle dos dedos. Cuando ya los dos dedos entraban y salían con facilidad, saque mi polla de su húmedo coño y se la metí en el culo. Hasta el fondo. Bruscamente. Ella dejo escapar un grito. Empecé a follarla rápidamente, sujetándola por las caderas. Ella empezó a gemir más fuerte. Me corrí. Había sido sexo sin contemplaciones. Duro. Sucio. Sólo instintos básicos.